
El Barça se ha topado en este arranque de temporada con un doble problema. Por un lado, el de la imposibilidad de fichar futbolistas hasta el mes de enero, algo que, unido a las bajas por ventas (Xavi, Pedro, Montoya...) ha debilitado en número y calidad la plantilla culé. A este inconveniente se le ha sumado el número elevado de bajas blaugrana en el arranque de curso. La más grave, la de un Rafinha que estará fuera hasta casi el final de curso y cuya ausencia deja al Barça sin centrocampistas. El panorama, así pues, se dibuja complicado. O al menos eso parecía. Ayer Luis Enrique tiró de pizarra para fabricarse un antídoto contra todos estos males. El asturiano cambió el dibujo y pasó del 4-3-3 al 4-2-3-1 con Messi transformado en mediapunta, Munir y Sandro como falsos interiores y Neymar como '9' aislado en la delantera. Una mutación que, visto lo visto frente al Levante (4-1) funcionó, al menos en el resultado. En el juego, por ahora, parece mucho que encajar.
Porque el Barça no hizo un despliegue especialmente brillante contra los de Orriols. Fue su enorme pegada lo que le permitió ganar con solvencia y no tanto el habitual estilo vistoso que les caracteriza. Una ausencia de fútbol brillante que podría estar vinculada precisamente con el nuevo sistema de 'Lucho'.
Rotaciones y pizarra nueva
Sabedor de las dificultades antes mencionadas y de las que están por venir (este miércoles el club visita Balaídos en uno de los desplazamientos más difíciles de este comienzo), el asturiano se sacó de la chistera esta mutación con la que logra reforzar, aunque sea de forma artificial, la línea más castigada por las ausencias y los 'no-fichajes'.
Y es que a día de hoy, el Barça cuenta apenas con cuatro medios natos en plantilla, a saber, Busquets, Rakitic e Iniesta. Junto a ellos, un Sergi Roberto que se ha tenido que reinventar en lateral derecho en estos últimos partidos por la baja de Alves.
Así las cosas, el entrenador asturiano ha 'forzado' la conversión de jugadores habitualmente de ataques a hombres para su medular con este nuevo dibujo táctico.
Fue así que ayer, en el Camp Nou, Bustquets ejerció en el doble pivote con Rakitic, lo que permitió al croata sentirse más cómodo y arropado que en un arranque de curso en el que, forzado quizá por la exigencia del calendario, se le ha visto más cansado. Anoche, sin embargo, con Busquets de escudero, esas carencias no emergieron y, por lo tanto, se le pudo ver más enfuchado, menos aislado.
Siendo esta una novedad importante, la más llamativa fue la que señaló a Messi. El argentino hizo honor a su dorsal y partió desde la posición de mediapunta con Munir y Sandro a los costados. Algo encorsetado por el nuevo dibujo, Leo no dejó salir su genio en esa posición hasta la segunda parte, cuando repartió pases al hueco precisamente a los canteranos y cuando se atrevió a permutar su puesto con Munir. Entonces Messi fue el de siempre, arrancando desde el costado derecho y encarando con facilidad a la defensa rival.
También llamó la atención ver a Neymar como única referencia en punta, si bien el '11' culé ya estaba acostumbrado a jugar en esta posición en el Santos. También le costó arrancar, pero en la 2ª parte protagonizó un par de buenas acciones, incluida su gol y el penalti que forzó para que Messi anotara su primer tanto de la noche.
Variedad para el futuro
Con este sistema, Luis Enrique no sólo se aseguró tapar ayer las carencias que pudieran existir contra el Levante, sino que también ha creado una alternativa sólida para futuras alineaciones. Es así que con este mecanismo puede permitirse las rotaciones que tanto le gusta. Por ejemplo, sentando a Busquets por Mascherano. El argentino ya ejerce en el doble pivote con su selección. También puede dar opciones a Sergi Roberto de trabajar en la zona de creación, donde también brilló con las categorias inferiores.
Mientras, futbolistas hasta ahora infrautilizados como los citados Munir y Sandro pueden tener minutos para que obtengan su reposo los miembros de la MSN y en especial Neymar y Suárez. Ayer este último vio el partido desde el banquillo. Quizá el siguiente sea Neymar. El que lo tiene más complicado es Messi. El argentino ya fue suplente contra el Atlético en el Calderón, agotando, así, un porcentaje notable de las escasas suplencias que suele protagonizar durante todo el año.