Fútbol

La historia del odio de San Mamés a Iniesta: entre el nacionalismo y la polémica deportiva

Es uno de los jugadores más queridos del fútbol español, pero como casi todos, tiene su talón de Aquiles. Andrés Iniesta se encontró este viernes una vez más con una de sus pesadillas, el estadio de San Mamés.

El albaceteño sufrió una vez más (y ya van unas cuantas en su carrera) las iras del estadio vizcaíno, uno de los pocos de España en los que es silbado cada vez que allí juega.

Iniesta es querido allá por donde pasa. En toda la geografía española se le recuerda aquel tanto a la selección holandesa que dio a la 'Roja' el único Mundial de su historia. Es todo un héroe en casi todos los campos. Pero San Mamés es la excepción.

Un estadio habitualmente señorial con los grandes tiene fijación con Iniesta. Los pitos volvieron a sonar en la Supercopa. Primero, cuando el manchego salió del banquillo mediada la segunda parte, y posteriormente, cada vez que este tocaba el balón.

El odio al de Fuentealbilla tiene su origen en el año 2010, cuando se dieron dos circunstancias que terminaron por generar animadversión hacia él en el coliseo bilbaíno.

La primera es la extradeportiva. Más bien, de hecho, política. El gol de Iniesta en la final del Mundial le hizo un héroe en España, pero al mismo tiempo, mal visto por aquellos que no creen en la unidad nacional. Los nacionalismos, siempre presentes en el coliseo del Athletic, se cobran su víctima deportiva con el héroe del Mundial español. He ahí la causa del odio para muchos.

Por si esto fuera poco, una acción deportiva escasos meses después fue la gota que colmó el vaso. Entonces en el antiguo San Mamés, cuando el nuevo era todavía un proyecto, una simulación de Iniesta causó la expulsión del jugador local Fernando Amorebieta.

La parroquia bilbaína no perdona aquello. Iniesta se tiró, exageró una acción ante la cual el árbitro Mateu Lahoz acabó picando. Y las imágenes que los aficionados pudieron ver por televisión no dejaron lugar a dudas. El entonces central del Athletic no debió ser expulsado.

Entre uno y otro motivo, Iniesta se convirtió en enemigo público del conjunto rojiblanco, algo que difícilmente se arreglará en los años venideros, y que genera una situación paradójica, toda vez que el que fuera su compañero más habitual, Xavi Hernández, siempre fue uno de los rivales más queridos en el Botxo.

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