
Décadas atrás, albergaron partidos con balón de cuero y sin botas de colores estrambóticos. Dieron cabida a encuentros de Mundiales y finales de todo pelaje. Fútbol de antes, en definitiva, del que nunca más tendremos constancia de no ser por los vídeos en blanco y negro. Fueron los estadios del fútbol de nuestros abuelos, esos templos que en la actualidad pasan desapercibidos bajo la piel de las ciudades, tapados por todo tipo de realidades y muchos años de historia futbolera.
En España, buena parte de nuestros antiguos estadios permanece cubierta bajo el desarrollo urbanístico de las ciudades. Es el caso del Metropolitano, que alojó al Atlético de Madrid desde 1923 hasta 1966, y que en la actualidad está ocupado por un bloque de viviendas. El sitio exacto en el que los colchoneros ganaron cinco Ligas está ocupado ahora por la Torre Metropolitana, cuarto edificio residencial más alto de Madrid.
Lo mismo pasó con Les Corts, feudo del Barcelona de 1922 a 1957. Después de 35 años, el club blaugrana se trasladó al Camp Nou y el viejo estadio acabó demolido en 1966. Una multitud de aficionados se congregó para ver el fin de este coliseo, que acabó dando cobijo a viviendas e instalaciones deportivas. En Barcelona, no es Les Corts el único barrio con vestigios del antiguo fútbol. También está Sarriá, hogar del Espanyol desde 1923 a 1997 y que en la actualidad está dominado por un complejo de viviendas con una discreta placa que recuerda el origen del enclave. Un más que discreto homenaje a 74 años de historia perica.
A los aficionados de la Real Sociedad les ocurrió algo parecido cuando en 1993, tras 80 años, decían adiós al mítico Atocha. En su lugar, en la actualidad están construidos varios edificios de viviendas en forma de 'U', dejando limpio el espacio que ocupó el césped. Paradójicamente, una placa que prohíbe jugar al fútbol preside la plaza. El Oviedo también vio cómo su mítico Carlos Tartiere ponía fin a su vida en el año 2000, siendo relevado por el Palacio de Congresos de la ciudad y más viviendas.
La agonía de los esqueletos de gradas
Casi todos estos estadios fueron rápidamente derruidos pero en otros casos, la agonía duró más de lo deseable. Como el Lluís Sitjar, hogar del Mallorca, dejado en el más absoluto olvido después de que en 1999 el Mallorca se fuese a San Moix y en 2007 el filial dejase de jugar en él. Tras siete años de abandono y un incendio entre medias, se procedió a la demolición del que durante mucho tiempo fue una imagen del pasotismo con los esqueletos del fútbol patrio. La puerta de la fachada principal y un par de fotografías en lo que fueron los cuatro córners servirán de recuerdo a unos aficionados que pedían una solución al deterioro del lugar.
En Las Palmas de Gran Canaria también saben lo que significa lidiar con el fantasma de un estadio. Desde 2003 a 2014, el coliseo de Las Palmas (que se fue al Nuevo Insular) se dejó en un notable estado de olvido y desatención. Después de 11 años en los que el antiguo estadio fue un foco de conflictos, se convirtió en un parque deportivo y de ocio, en el que se guardan como recuerdo dos de las gradas del estadio en homenaje a todos los jugadores de la entidad y a la afición.
También pasó en Huelva. Tras el cierre del Colombino en 2001, siete largos años fueron testigos del progresivo deterioro del estadio del Recreativo de Huelva desde 1954. Su derrumbe en 2008 no evitó lo que a día de hoy sigue siendo una mal final: el espacio que ocupaba el campo es hoy un solar que sirve de aparcamiento improvisado a los vecinos de la zona.
También en Europa
En el resto del viejo continente, hay ejemplos de originalidad con los enclaves de los antiguos estadios. El caso más conocido es el de Highbury, que después de 93 años al servicio del Arsenal (1913-2006) pasó a ser un bloque de edificios...construido con la forma de las cuatro tribunas del antiguo estadio.
En la Premier, hay otro caso de homenaje camuflado en un bloque de edificios: el del Southampton, que abandonó The Dell, demolido y sustituido por cinco edificaciones estatales. Cada una de ellas recibe el nombre de una de las leyendas del equipo. Al mítico Le Tissier se le sumaron Stokes, Bates, Wallace y Channon.
La misma dinámica se siguió en Alemania con el antiguo campo del Borussia Mönchengladbach, el Bökelberg Stadion. En 2006, fue derruido y convertido en un conjunto de edificios de apartamentos, en los que se conserva la estructura del antiguo estadio.
Otros casos curiosos son los del antiguo estadio del Sassuolo (Mirabello), que ahora se emplea para todo tipo de actos y festivales culturales, o del Caen (Venoix), que ahora hace las funciones de velódromo.