
Un cambio se percibe en este nuevo Real Madrid de Rafa Benítez. El mundo ha dejado de girar (o al menos en una parte importante) en torno a Cristiano Ronaldo para convertir a Gareth Bale en centro gravitacional del equipo blanco. Algo que concuerda con la idea que se tiene en la directiva de lo que debe ser el club en césped en los años venideros.
Las señales son claras: Bale ha sido traslado al centro del ataque, donde se pretende que tenga muchas más presencia e influencia en el juego del equipo. Precisamente, ese sitio era el que iba a ser ocupado por Cristiano, pensando siempre que el galés se iría a la izquierda, su sitio natural con el Tottenham. No obstante, tras el cambio de intenciones del '11', se ha accedido a su petición, aunque ello significara parar la reconversión del luso en puro delantero centro.
Esta apuesta clara por el de Cardiff como buque insignia provoca de manera irremediable una guerra competitiva dentro del vestuario entre los dos grandes jugadores: uno, que ha sido el líder de la escuadra durante años, y otro al que se ha colocado ya en la primera línea.
Porque Cristiano, tipo luchador y orgulloso hasta la extenuación, se encuentra ante la tesitura de demostrar lo que no le había hecho falta hacer durante varios cursos: que aún tiene cuerda para ser la estrella de un equipo. Hasta el momento, la lucha del luso había sido con Messi, eterno referente en la comparativa por ver quién es el poseedor del trono del fútbol mundial. Ahora, tiene el enemigo en casa.
Esta batalla por demostrar quién tiene más capacidades para liderar al equipo ya comenzó ante la Roma, en el primer partido de pretemporada del equipo. Ante los italianos se vio a un Bale hiperactivo, en su nuevo rol de segundo punta. La actitud no fue respondida con acierto.
Cristiano, que partió desde el banquillo, se tomó el partido como si de una final de Champions se tratase. Lo de siempre, pero con una excepción. Se vio al luso con un punto extra de ansiedad, escenificado a la perfección en la recriminación a Bale, después de que el galés pecase de individualista en una acción de ataque.
Las espadas están en todo lo alto. Al margen de lo que ocurra en verano de 2016, ya hay un duelo que podría durar toda la temporada. Así lo ha propiciado el deseo de una directiva que ya prepara el cambio de líder. Algo que Cristiano, que todavía sigue sintiéndose el rey, no va a poner tan fácil.