El portero y capitán del Real Madrid, Iker Casillas, compareció este domingo para despedirse del club de toda su vida, y lo hizo en la sala de prensa del Santiago Bernabéu para protagonizar un acto que a todas luces resultó insuficiente en el adiós de una de las mayores leyendas de la historia de la entidad.
Casillas se presentó solo. Nadie del club para arroparle. Se sentó en la sala de prensa y comenzó a hablar. Ni una muestra de respaldo, ni ningún representante de las altas esferas para darle la despedida.
El Real Madrid dejó abandonado a su guardameta, y este, sin apoyos sobre el estrado, sufrió para mantener la compostura en los momentos en los que se le escapaban las lágrimas.
Fueron los periodistas y fotógrafos los que tuvieron que llenar con ovaciones los silencios provocados por la emoción. No había nadie a su lado para tomar el testigo. Casillas estaba completamente solo.
Iker se va únicamente desde la sala de prensa. Ni un acto sobre el césped. El portero no podrá despedirse de los tres palos que ha defendido durante más de tres lustros.
El adiós resulta así claramente insuficiente, en un acto que ya ha sido ampliamente criticado por todos los estamentos que rodean a la entidad. Y que supone un capítulo más en la pérdida del tan proclamado 'señorío' madridista.
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