
Javier Hernández, 'Chicharito', fue este miércoles, el héroe del Real Madrid en la victoria blanca frente al Atlético de Madrid en la vuelta de cuartos de final de la Champions. Su tanto valió el pase a semifinales y algo más. Para él supuso el éxito de un sufrido trabajo oculto que le ha hecho estar cerca de tirar la toalla en más de una ocasión. Lo reconoció al final del partido. Fue el cariño de los compañeros lo que le hizo seguir luchando hasta que ayer llegó la oportunidad. Y la supo aprovechar.
Roto por el cansancio y por 90 minutos de esfuerzo, el mexicano se marchó lesionado (un simple calambre) antes de que se pitara el final del partido. En el banquillo blanco, mientras los fisios le trataban, el '14' rompió a llorar como si de un niño pequeño se tratase.
Keylor Navas, uno de los hombres que más le ha animado en estos días duros, no paraba de abrazarle para consolar su lágrimas. Pero nada frenaba el llanto. Javier ni siquiera miró lo que sucedía sobre el césped en los últimos instantes. Él éxito nublaba su visión. Cuando el colegiado pitó el final del choque, con una bolsa de hielo aún pegada al muslo, Chicharito fue de los que más saboreó el triunfo. Cuando ya no quedaba nadie en el césped, él y Ramos se fundieron en un abrazo sincero que representó la imagen del partido.
Los dos máximos representantes del triunfo blanco en una sola instantánea, capitán y novato felices por una gesta con sabor a gloria. La misma que le parecía negada al autor del tanto definitivo y que anoche, por fin, vio como el fútbol le devolvió lo que le había negado en los últimos meses.