
Luis Enrique, entrenador del FC Barcelona, tiene un problema vinculado con los egos de sus mega-estrellas. El asturiano ha visto ya a lo largo de esta temporada como hasta cinco jugadores de mucho peso (la mayoría de importante peso mediático y deportivo) se le han rebelado en el seno del vestuario e incluso sobre el terreno de juego. La gestión de los casos de Piqué, Messi, Neymar, Pedro o Montoya han dejado ya unas cuantas heridas abiertas y amenaza con lastrar una temporada de moderado optimismo en el Camp Nou.
Cierto es que los culés todavía aspiran a todo. Liga, Copa y Champions están a su alcance. Sin embargo, arrebatos como el de Neymar el sábado pasado hacen dudar de si el Barça se 'autodestruirá' por casos como éste.
Los gestos del brasileño al ser sustituido (se fue meneando la cabeza y haciendo gestos de desaprobación hacia el técnico) no son los primeros que protagoniza esta temporada.
En más de un relevo el jugador ha dejado claro que no le gusta que le cambien. Cierto es que es el tercer futbolista más sustituido del club y eso, tal y como revela hoy el Sport, le tiene 'quemado'.
Pero dicho esto, su enfado no tiene la bendición de pesos pesados del vestuario. Sólo uno de ellos comparte con el sentimiento del delantero. Messi entiende a su compañero de fatigas en la delantera. Él también está harto de Luis Enrique.
La diferencia entre ambos es que Messi está en predisposición se ejercer más fuerza sobre el entrenador y eso se traduce en un pulso mayor que, por ahora, gana el jugador. Leo juega, pero eso no significa que Luis Enrique le hable o que no se le haya pasado por la cabeza sancionarle por algún otro desplante privado, pero más grave, como su famosa ausencia al entreno del 5 de enero tras caer en Anoeta.
En el lado contrario, 'Lucho' se siente más fuerte para tomar con Neymar las medidas que no puede ejercer con Messi. Al primero sí que le puede cambiar las veces que quiera, aunque ello suponga su enfado, aunque los resultados digan que el relevo está bien ejecutado en la mayoría de las ocasiones.
En el agravio comparativo está parte del 'mosqueo' de Neymar, un malestar que comparte con su amigo Messi. Uno y otro se retroalimentan en su malestar con el técnico y eso provoca más malestar entre las partes implicadas, con el consecuente reflejo en algunos resultados del equipo.
Piqué, Pedro, Montoya...
No son los únicos 'egos' con los que Luis Enrique ha tenido problemas. Con Piqué, por ejemplo, Lucho tuvo problemas cuando decidió punir su falta de madurez en algunos momentos del arranque del curso (bombas fétidas, incidentes con la Guardia Urbana, teléfonos móviles en el banquillo...).
En el caso del central la fórmula salió bien y ahora rinde al nivel de antaño. Con Pedro o Montoya, por ejemplo, no es sí. El primero se siente demasiado suplente y pedirá salir del club a final de temporada. Su relación con el técnico también es nula y eso se contagia al grupo de los españoles del club. Tampoco está cómodo el segundo.
No haber contado en parte de la temporada por detrás incluso de Douglas ha hecho que también haya tomado la decisión de irse, amén de haber protagonizado alguna tensa charla en el interior del cambiador culé.
Tensiones que parecían olvidadas hasta ahora y que han renacido en el Sánchez Pizjuán y justo antes de una eliminatoria clave de Champions y un duelo vital contra el Valencia en Liga. Tensiones que recuerdan a las que ya tuvo Luis Enrique con Totti en la Roma y que llevan a pensar que la gestión de los 'egos' no es la asignatura que mejor se le da a Luis Enrique.