
Un dato aparecido esta mañana comparaba de nuevo las carreras de Leo Messi y Cristiano Ronaldo. En concreto, un estudio avalado por la FIFA que dejaba al argentino como el mejor delantero del mundo en lo que va de 2015 y dejaba al luso muy descolgado, en el puesto 29. Esta clasificación, que se realiza en base a muchos criterios diferentes, ilustra el momento del '7' de Portugal y el Real Madrid.
Los aspectos que recoge esta clasificación (disparo, creación de ocasiones, pases, regates, recuperación de balones y destreza técnica) ejemplifican lo que le sucede a Cristiano: que, básicamente, ha dejado de tener la relevancia de los primeros meses de temporada. Su aportación no es imprescindible en este Real Madrid que ha tenido que ir sobreviviendo a su crisis sin su estrella al 100%, atascado con sus demonios internos y enfrascado en un enfrentamiento con el Santiago Bernabéu.
Al contrario que Leo Messi, Cristiano no es un futbolista que participa en muchas más áreas del juego que el simple ataque. Su proceso de reconversión en delantero puro (cada vez se mueve más hacia el centro y no se prodiga tanto en sus antes habituales cabalgadas y desbordes) viene de la mano con esto, a lo que se añade un momento gris.
Al margen de su indiscutible liderazgo goleador y de asistencias (buena parte de esto conseguido en 2014), el luso es el jugador del Real Madrid que más balones ha perdido en Liga (254), el decimocuarto en robos (28) y el noveno jugador en pases del equipo (749).
En lo referente al regate, presenta la cuarta mejor marca (con 41), pero un porcentaje francamente bajo, del 48%. Todos los jugadores del ataque y del centro del campo (salvo James y Chicharito) presentan mejores porcentajes de acierto.
Lejos del área, los números de Cristiano se reducen a la herencia de 2014. En los tres meses que han transcurrido de 2015, solo ha marcado 10 goles en 15 partidos, algunos muy importantes, como los de la eliminatoria de octavos de Champions ante el Schalke 04. Aún así, las sensaciones y los datos andan de la mano.
Fuera de los chispazos propios de un futbolista que ostenta el Balón de Oro, el luso ha perdido el pulso competitivo. Es y seguirá siendo innegociable, pero ahora muy lejos de su mejor versión.