
El Clásico entre Real Madrid y Barcelona se saldó con victoria de los últimos, aunque entre los madridistas se extendió la esperanza por el buen juego del equipo blanco, que dominó en la primera parte a un cambiado cuadro de Luis Enrique. Una muestra de la transformación de ambas escuadras: un giro de rumbo en paralelo que les acerca más de lo que se imaginaba hace pocos años.
Luis Enrique llegó al Barcelona con una idea clara: no hacer del conjunto algo previsible. Para ello, suavizó su característico estilo de posesión que se ha ejecutado durante años. Fue un cambio que llevó tiempo y que se ha empezado a advertir de manera clara en 2015.
El catálogo de ataque del equipo blaugrana ahora tiene más registros. No se ha abandonado el juego de posesión, pero tampoco es el discurso único. Ser más directos ha ayudado a los de Luis Enrique a encontrar caminos hacia el gol que antes no se exploraban. Contra el Real Madrid, los dos goles llegaron en dos de ellos: a balón parado y con un pase en largo. Estos dos son aspectos en los que se ha mejorado de forma sustancial. Ya son 12 los goles a balón parado y cuatro los que han llegado tras un pase en largo (dato de As). Formas de atacar que rompen con las estrategias ofensivas habituales en los últimos años.
En defensa, también ha habido modificaciones. Al menos, en lo que se refiere a la mentalidad. Se acabó el Barcelona que atacaba y atacaba sin parar. Cuando le conviene, recoge la ropa y aporta una cara más conservadora. Pasó con el Real Madrid, también con el Villarreal en la vuelta de semifinales de Copa. El objetivo, no ofrecer facilidades. Exponerse solo cuando es necesario.
El centro del campo se ha visto afectado en este proceso de lavado de cara. El peso de la medular es cada vez menor. Se ha perdido esta importancia con el fin de ganar contundencia en ambas áreas.
El camino que ha emprendido el Barcelona es el contrario en el Real Madrid. Se vio en los meses de noviembre y diciembre, y tras un inicio de 2015 caótico, también en el Camp Nou. A falta de saber si la recuperación es definitiva, en el campo blaugrana el equipo desplegó un buen fútbol, cargado de buenas intenciones en la posesión de balón.
De la mano de Isco, Modric y la ayuda de Marcelo en la banda y Benzema en la zona de ataque, logró combinaciones efectivas, no circulaciones de balón sin romper líneas. Se hizo cargo de la responsabilidad que supone llevar la iniciativa en el Camp Nou ante el Barcelona y sumó la mayor posesión de los últimos años contra el eterno rival: un 49% muy cercano a la igualdad.
No tuvo tanta diferencia en el número de pases como en otras ocasiones (491 frente a 537), y solo el mal estado físico les mermó lo suficiente como para que la balanza se decantara a favor de un Barcelona más enchufado en ese aspecto. El dato de las recuperaciones (60 a 47 para los de Luis Enrique) demuestra que en el tramo final el centro del campo culé (reforzado con Busquets y Xavi) ganó la partida.
Ambos en proceso de cambio, se cruzan por el camino para dar un nuevo giro al equipo. Si el plan de Ancelotti y Luis Enrique tiene éxito, los equipos resultantes de todo esto serán muy diferentes a los que tocaron el cielo y el infierno el curso pasado.