
El primer tramo de 2015 ha sido complicado para el Real Madrid, con un rendimiento deportivo bastante irregular y por debajo de las expectativas. Como consecuencia de esto, las críticas han surgido rápidamente, lo que ha obligado a los pesos pesados a salir al paso.
Sin embargo, aplicar el plural en este caso sería poco correcto, ya que en las semanas más difíciles de la crisis blanca (especialmente los días que siguieron a la derrota contra el Schalke 04) los jugadores fuertes del vestuario optaron por tomar un perfil muy discreto. Fue Iker Casillas quien ejerció de líder y de capitán con autoridad, una faceta poco vista en el de Móstoles, no muy dado a estas exhibiciones de jerarquía.
El portero habló en zona mixta, reconoció los errores del equipo y los suyos propios, y lo hizo minutos después de dejar una imagen que dio mucho que hablar: forzando a Cristiano Ronaldo a acudir al centro del campo para escuchar (y saludar, lo que no hizo) de la afición. En definitiva, tuvo que hacerse cargo él solo de la labor de portavocía y capitanía del equipo, más allá de la pertinente rueda de prensa de Carlo Ancelotti.
Esta soledad la palió Sergio Ramos a su regreso tras lesión. El de Camas no es solo uno de los líderes por sus aptitudes, sino por su carácter y personalidad, algo que le ha llevado a ser el segundo capitán del Real Madrid. El defensa no escatima esfuerzos en mandar mensajes a los que atacan al club y en mandar mensajes de tranquilidad, siempre velando por la cohesión del grupo.
Contra el Levante ya se pudo notar la diferencia. En el césped, animando a Cristiano Ronaldo durante todo el partido, intentando motivar a su compañero para ayudarle a pasar el bache. Fuera del campo, en zona mixta, defendiendo públicamente a Carlo Ancelotti, como ya llegó a hacer en los despachos del Bernabéu, al igual que el resto del vestuario.
Con Cristiano fuera de juego, inmerso en sus luchas internas y en su desafío con el Bernabéu (se negó a hablar con la prensa y ante Levante ni se quedó a saludar a la afición después de reaccionar con un insulto a los pitos), Iker Casillas se había quedado algo solo.
Los otros capitanes, Marcelo y Pepe, son más discretos y menos prolíficos en arengas. La vuelta de Ramos le hace la vida más fácil al cancerbero, que no ha de apagar los fuegos en solitario.