Fútbol

Luis Enrique moldea el Barcelona más camaleónico

Ter Stegen sale de cabeza ante la presencia de Vietto. Imagen: EFE.

El Barcelona es finalista de la Copa. Lo es después de su victoria ante el Villarreal con un claro 1-3 que, no obstante, habla poco de las sensaciones vistas en El Madrigal. Los de Marcelino tuvieron buenas ocasiones y dominaron en los dos primeros tercios del partido. Y es que el equipo culé mostró una versión más conservadora de lo habitual.

No se vio ayer al Barcelona incisivo en ataque, lanzándose al ataque a la menor opción, sino a un conjunto mucho más pragmático de lo habitual, que encontró en el tempranero gol de Neymar (minuto 3) la excusa perfecta para arremolinarse en su propio campo y vivir de la renta. La expulsión de Pina y el agotamiento amarillo hicieron el resto, a pesar de la igualada de Jonathan Dos Santos.

Los datos de posesión (36-64 para el Barcelona) y de pases completados (448 a 783) quedan algo desvirtuados porque el partido, a raíz de que el Villarreal jugase con 10, fue otro totalmente distinto. Lo visto sobre el césped hasta el 64', cuando Pina se marchó por su dura entrada a Busquets, dicen que el Barcelona no se mostró en esa faceta tan característica suya: la de seguir atacando a pesar del marcador. Optó por recoger la ropa.

Varios metros más por detrás de lo habitual, los blaugrana no consiguieron conectar con frecuencia a la zona de ataque. La calidad individual de su tridente, a pesar de todo, logró que se gozase de alguna contra. Pero la tendencia fue la de perder el esférico más rápido de lo acostumbrado. De hecho, el Villarreal superó a su rival en la cifra de recuperaciones (51 a 41) y perdió menos balones (17 frente a 19).

Este registro es uno más que se suma a la lista cada vez un poco más amplia de versiones que ha ofrecido el Barcelona. Primero fue una que se pareció mucho a la del año pasado: la que heredaba esa querencia por la posesión. Como resultado, dio partidos de todo pelaje, desde aquellos en los que los toques eran horizontales y no rompían líneas hasta aquellos en los que el juego con la pelota fue francamente bueno. La regularidad no llegó y Luis Enrique dio un vuelco.

Este vuelco fue hacer del Barcelona un equipo vertical, pero sin el monopolio de la posesión, de la elaboración. Tras la derrota en Anoeta, los mejores partidos del equipo blaugana llegaron con un estilo más eléctrico, que no dependía de las posesiones de larga duración. Un ejemplo más que claro fue el partido de vuelta de cuartos de Copa ante el Atlético, con dos goles originados por dos contraataques letales.

Tras estas dos caras, ayer Luis Enrique sorprendió con una formación que, tras encontrarse un gol al inicio, se replegó de forma intencionada para dejar, simplemente, que pasase el tiempo sin contratiempos. Una opción que rompe con lo que era tradicional en Can Barça y que podrá gustar más o menos. Una opción que habla del Barcelona más camaleónico de los últimos años.

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