El FC Barcelona sigue inmerso en un ambiente enrarecido. Ni siquiera el crecimiento del equipo en lo que a juego y resultados se refiere ha apaciguado el clima de tensión existente entre la plantilla. En la última semana se han vivido dos situaciones que han dejado a las claras que algo falla en el grupo dirigido por Luis Enrique.
Primero fue Dani Alves el que se rebeló. En el partido de Champions ante el Manchester City no estuvo conforme al ser sustituido y decidió pagarlo con unas botellas de agua, a las que pateó violentamente junto al banquillo.
Este sábado fue Luis Suárez el siguiente. El uruguayo, que empieza a encontrar sus mejores sensaciones futbolísticas, sigue sin estar conforme, y lo pagó con su técnico. Igual que su compañero, al ser relevado ante el Granada, se sentó en el banquillo y presenció con cara de pocos amigos el tiempo restante de encuentro.
Ambas situaciones dejan a las claras que el vestuario está siendo difícil de conducir para el entrenador asturiano. Luis Enrique tiene problemas para controlar los egos de un grupo de estrellas que, pese a que empiezan a entenderse sobre el césped, no están a gusto con su situación.
Habrá que ver de aquí a final de temporada si el equipo logra enderezar el rumbo también en lo extradeportivo, y consigue no hacer explotar el 'polvorín' que a día de hoy amenaza en el Camp Nou.
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El cabreo de Luis Suárez