Fútbol

Fernando Torres liquida al Real Madrid en una nueva venganza del Atlético

Torres celebra el primer gol marcado al Real Madrid. Imagen: Reuters.

Decían que estaba acabado. Decían. Y en su tercer partido con el Atlético, hizo saltar la banca en el salón de la casa del eterno rival. Fernando Torres se erigió en el héroe del equipo del Cholo Simeone con un doblete que noqueó al Real Madrid (2-2) en un partido vibrante y que mantiene invictos a los rojiblancos contra su verdugo en Lisboa: ya son cinco partidos, con un balance de tres victorias y dos empates este curso.

Ancelotti y Simeone no engañaron a nadie, ni siquiera al otro. Ya se conocen como un matrimonio. El Real Madrid prometía salir en modo 'asalto total', y el del Atlético se auguraba una defensa tozuda, pero a los 50 segundos se se cambió el panorama. Y cómo se hizo. Tras un robo en campo propio, Raúl García se la dio en largo a Griezmann. El francés condujo hasta la frontal blanca, donde se la puso en bandeja de plata a Torres, que remachó con la zurda a gol. A los 30, El Niño se hacía mayor en el Bernabéu.

Ante un golpe tan duro, el Real Madrid prefirió comportarse como un equipo grande: sin cambiar el guión, dispuesto a avasallar a su rival. Y lo logró al instante, en buena parte porque tiró de esa casta que hace de él uno de los pocos conjuntos que asusta a su contrario a pesar de ir tres goles por debajo, y también por el salto atrás de 20 metros que hicieron los de Simeone.

Así, con todo el campo a su favor, los blancos se adueñaron del balón y comenzaron a circular de un lado a otro. Como no había huecos en el centro, empezaron a fluir pelotas colgadas desde las bandas. Y ahí Godín y Miranda fueron dos auténticos titanes. Fueron infinitos los intentos, pero el empate llegó en lo que mejor se le da al Atlético, en un balón parado. Fue Ramos quien cabeceó a gol, aprovechando la mala salida de Oblak, muy inseguro en todos los balones aéreos de la contienda.

A partir de la igualada, el vuelco sobre el área del esloveno fue total. Benzema erró un tiro dentro del área, Mario Suárez salvó casi bajo palos un tiro de Cristiano...a cada segundo que pasaba, crecía la presión sobre la zaga colchonera, que achicó balones como pudo. El esfuerzo de los dos fue tremendo, de admiración. Pero se llegó al descanso con el empate, y el Atleti se iba al vestuario con sensación de victoria. Solo un rasguño después de un auténtico bombardeo.

Mientras los aficionados se comían el bocadillo, se barruntaba un ataque sin paliativos del Real Madrid, pero otra vez pasó lo menos esperado, y con los mismos protagonistas. Apenas había transcurrido un minuto cuando robó Griezmann un mal centro de Ramos, y condujo de nuevo hasta la frontal para cedérsela a Torres. El de Fuenlabrada rompió a Pepe y batió a Keylor bajo las piernas para completar su machada. Caprichoso y travieso el fútbol, quiso que Torres volviera a brillar en el escenario más impensable y más deseado a la vez por un atlético.

En esta ocasión, el gol sí afectó al Real Madrid, a pesar de la rápida reacción en forma de gol de Cristiano. Bale puso un gran centro desde la izquierda, y el luso se impuso a los centrales para cabecear a gol. Otro testarazo, la única forma de superar la muralla del Cholo.

De nuevo con el empate, se preveía una tromba aún mayor que la de la primera parte, pero el Real Madrid se encontró sin gasolina tras el esfuerzo de los anteriores 55 minutos. Y además salió al césped Arda. El turco (que sustituyó a Torres) una vez más fue la pócima perfecta para el Atlético: alguien que reposase el balón entre tanto fuego cruzado. Y lo ejecutó a las mil maravillas. Con él como jefe, y Koke y un impresionante Mario Suárez (sorprendiendo a propios y a extraños), el Atlético subió su posesión en campo rival, y comenzó a triangular, esperando que pasasen los minutos, demasiado largos en el Bernabéu.

El Real Madrid fue asumiendo la derrota de forma progresiva, pero manteniendo la intención de, como mínimo, llevarse el premio simbólico de la victoria. Ramos de cabeza, Marcelo desde fuera del área, Benzema fallando en el área chica tras varios rebotes...pero no hubo 3-2. Sí hubo un final desagradable por parte de Isco, que hizo a Gabi una entrada que rozó el límite de la roja y que provocó un aplauso de verdadero sonrojo por parte de un sector del Bernabéu. El propio malagueño tuvo el 3-2 en sus botas, pero su disparo lo atrapó Oblak dentro del área. Triste final para un público y un jugador de los que se espera algo diferente.

Así terminó una nueva venganza del Atlético sobre el eterno rival, al que a base de pequeños golpes sigue devolviendo el tremendo batacazo que le infligió en la final de Champions de Lisboa. Ya son dos los torneos de los que le ha apeado el equipo rojiblanco, que si no hay milagros de por medio, se enfrentará al Barcelona en cuartos. Si se atreve a dar la versión de las segunda partes en la eliminatoria, no debe tener miedo a nada.

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