Fútbol

El Real Madrid conquista Cardiff al son de Cristiano Ronaldo

Cristiano celebra uno de los goles ante el Sevilla. Imagen: Reuters.

En Cardiff, la cuna de Gareth Bale, todos los ojos miraban al futbolista galés, que jugaba en casa y llegaba como un tiro. Pero hay cosas que nunca cambian, y la variante Cristiano Ronaldo es una de ellas. El portugués se echó el equipo a las espaldas y anotó los dos goles que dan al Real Madrid su segunda Supercopa de Europa. Atrás quedaban las molestias y las incertidumbres. El equipo de Carlo Ancelotti ya tiene el primer gajo del sextete.

Y lo consiguió de forma merecida. El conjunto blanco apenas sufrió, exhibió un fútbol muy eficaz (un tanto burocrático, pero sin renunciar a su contraataque, ese arma de destrucción masiva) y hasta podrá presumir de una victoria cómoda. Nunca ofreció sensaciones de inferioridad, si acaso algunos tramos de planicie en el juego, motivados en parte por la escasa oposición del Sevilla, al que la gasolina y la estrategia le aguantó poco más de veinte minutos. Empeñado en no descoserse atrás, se olvidó rápidamente de atacar.

En estos primeros compases, el Sevilla protagonizó algunos tímidos intentos de acercamiento, siempre comandados por Denis Suárez, un joven talento de 20 años que aparenta 10 más en el tapete. Todo el peligro sevillista (poco) pasó por sus botas y fue sin lugar a dudas el más destacado de su equipo.

Pero tras un par de internadas cortadas por la defensa blanca sin problemas (un día más en la oficina), el Real Madrid comenzó a comer terreno al Sevilla. No fue de un bocado, sino mordisco a mordisco, y en ello fue pieza clave Toni Kroos. Tal y como pretendió Ancelotti, el alemán fue el centro de operaciones. Partido impecable y recado a Xabi Alonso, que aprovechó su ocasión para recriminar a Platini su ausencia en el partido.

Las ocasiones fueron llegando. Bale lo probó desde lejos y estuvo a punto de hacer el 1-0 tras un gran pase de James (menos participativo) si Denis Suárez no se hubiese cruzado en su camino. Cristiano también lo tuvo en un mano a mano, pero tiró al muñeco. En el 29, fue el galés el que propició el primer tanto. Su centro, desde la izquierda, fue un auténtico regalo. El balón llegó con lazo incluido al segundo palo, donde Cristiano solo tuvo que empujarla y dar las gracias.

El golpe afectó al Sevilla, que ya nunca volvió a ser el mismo. Se echó varios metros más atrás y se dedicó a capear el temporal Bale la tuvo en otro disparo de los suyos, pero la pelota pegó en Fazio. No obstante, los de Emery pudieron empatar, en un error de infantil de la defensa blanca que Iker Casillas arregló tapando el tiro claro de Carriço. Descanso y un portero reafirmado.

La segunda parte trajo consigo el golpe definitivo sin apenas esperas. Un mal despeje del centro del campo sevillista lo recogió Kroos, que vio a Benzema correr el carril del diez. El galo, combinó con Cristiano, y el portugués hizo el segundo doblando las manos de Beto. No se puede achacar mucho al portero, no es frecuente detener con el propio cuerpo un misil tierra-aire a pocos metros de distancia.

Ahí acabó todo. El Real Madrid se dedicó a cuidar la ventaja, pero con mesura. Aún así, James hizo estirarse a Beto con un buen zurdazo, y Krychowiak (también destacable junto a Fazio) le birló el balón a Cristiano cuando ya se relamía el hat-trick. Benzema también tuvo un par de intentos, pero en el primero volvió a responder Beto y en el segundo se llenó de pelota.

El Sevilla apenas pudo (o supo) intentarlo. Iker fue un testigo casi testimonial hasta los últimos minutos, en los que los andaluces buscaron con más corazón que cabeza marcar al menos el tanto de la honra. Pero los tiros de Krychowiak y Diogo se encontraron con el de Móstoles y con la valla publicitaria.

Aún hubo tiempo para un trallazo de un Bale que se marchó sin premio, pero el partido llevaba resuelto desde la salida del túnel de vestuarios. Un Real Madrid aún a medio cohesionar se deshizo sin problemas de un Sevilla que ni siquiera pudo aprovechar su mayor rodaje. La temporada comienza con alegría en Concha Espina. Por el momento, motivos no faltan.

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