
Su nombre es Manuel Gräfe y es el nuevo villano de media Italia. El colegiado alemán del Real Madrid - Juventus se ha transformado en el protagonista inesperado del encuentro que midió a blancos y bianconeri después de que con sus decisiones ayudara de manera determinante al triunfo merengue.
Hoy rotativos como 'La Gazzetta dello Sport' que hablan directamente de robo. "La Sigora scippata" (La señora, asaltada) comenta en su primera página. Así se la gastan en el país transalpino. La duda está en saber si llevan razón o no en sus quejas. Veamos
Excepciones a una buena primera parte
La primera mitad del germano fue extraordinaria. Estuvo correcto en la mayoría de decisiones importantes que tomó. La primera, la de no señalar fuera de juego en el pase que Di María metió a Cristiano Ronaldo en el 1-0 Merengue. Martín Cáceres habilitaba la posición del luso. Primer acierto del colegiado.
Después llegó el empate de la Juventus (nada que objetar) y la jugada del 2-1, donde, aquí sí, los jugadores italianos se desesperaron.
Corría el minuto 26 cuando un balón colgado al área acabó con Sergio Ramos caído en el suelo. Gräfe no señaló nada, pero sí lo hizo su juez de línea (ojo, no el juez de área) que vio como Ramos había sido agarrado claramente por Chiellini.
El alemán señaló el punto fatídico pero, (aquí viene su primer error de la noche) no sacó amarilla al central. Debió haberla visto. Cristiano no desperdició la oportunidad y marcó: 2-1 en el electrónico.
No era roja a Chiellini
Luego llegó la segunda parte y ahí fue cuando el colegiado empezó a fallar de manera clara. Su peor error se produjo en el minuto 47' de partido cuando expulsó a Chiellini en un forcejeo con Cristiano Ronaldo. Le sacó la roja directa por interpretar que había habido agresión del italiano al portugués. En realidad, no la hubo.
Sólo fue una falta que debería haber sido, como máximo, amarilla. Cierto es que si Chiellini hubiera visto la cartulina del penalti se tendría que haber ido a la calle igualmente, pero como no la sacó, es entendible que los italianos se enfadaran con las decisiones del trencilla.
Más tarde se produjeron un puñado más de jugadas que molestaron al cuadro turinés. La primera un penalti que no fue sobre Vidal. El jugador trató de rematar, tropezó con el césped, levantó un gigantesco tapete de hierba y se marchó al suelo. El jugador blanco más cercano estaba bastante lejos, pero el chileno reclamó penalti. No lo hubo. Estaba claro.
Luego, el propio Vidal cosió a patadas a los mediocampistas blancos, pero en realidad no vio nada más que una amarilla. Mereció la roja por reiteración.
Algo parecido debió haber sucedido con Ramos. El andaluz cazó por detrás a Tévez en una contra italiana en el minuto 60. No vio cartulina. Ya en el 88', Gräfe se la mostró en otra acción diferente. De haber visto aquella primera, habría sido expulsado. Fue el último error de un colegiado que comenzó bien, pero que acabó de manera desastrosa.