
Sami Khedira no lo ha pasado bien. Él mismo lo reconoció cuando hace apenas una semana dijo sentirse "maltratado" por las críticas que había recibido en el principio de temporada. Sus palabras no sentaron demasiado bien en el club, sabedor de que sus actuaciones no le daban demasiado margen para poder quejarse.
El sábado, frente al Málaga, Ancelotti decidió darle un nuevo voto de confianza, pero lo hizo con un vuelco en sus funciones y posición sobre el terreno, algo que mejoró su rendimiento hasta convertirlo en uno de los jugadores más destacados del partido.
La mutación del alemán fue sencilla, pero más que efectiva. En duelos anteriores, el Real Madrid había decidido convertir a Khedira en su faro a la hora de sacar la pelota jugada. En el 4-3-3 con el que estaban jugando los merengues, Khedira hacía funciones de pivote, con lo que era el primer mediocampista por delante de la zaga, el encargado de sacar la pelota jugada.
Poco habituado a estas funciones (en la era Mourinho Xabi Alonso se encargaba de estas funciones), su capacidad para mover la bola era más bien nula. Las pérdidas de balón se multiplicaban y con ello, los pelotazos desde la defensa sabedores de que Khedira no estaba capacitado para mover el esférico. Mejor que los rivales lo robaran en su defensa que en el medio campo.
Para colmo, Khedira tampoco destacaba en su capacidad destructiva (Illarramendi y Modric robaban más balones que él) ni en su capacidad ofensiva (casi siempre pisaba área con el balón controlado, pero una vez dentro, no sabía qué hacer con él).
Pues bien, frente al Málaga, Ancelotti decidió hacer de Khedira un simple acompañante de Illarramendi e Isco. Es decir, que colocó a Illarra por delante de la zaga y a Khedira lo liberó de sus funciones constructivas.
Con este nuevo rol sólo tendría que presionar al rival y tratar de llegar por sorpresa al área, las mismas funciones que habitualmente ejerce con la Alemania de Joachim Löw. Y Khedira, como es habitual con su combinado nacional, las ejerció a la perfección.
En la salida del esférico rival era uno de los primeros encargados en presionar al rival y propiciar el robo en su zona de creación. Sus pulmones fueron muy útiles especialmente para Di María y Morata. Cuando ellos no llegaban, Khedira lo hacía por ellos.
También ayudó a asustar a Willy Caballero con sus llegadas al área que, al contrario que en otras ocasiones, apenas necesitaban de la conducción del balón. En carrera, y desde atrás, Khedira sólo necesitaba uno o dos toques para pasar la bola o rematar a puerta.
Tanto apareció por el área rival que incluso marcó un gol, pero su cabezazo quedó anulado por supuesto fuera de juego. La repetición mostró que era dudoso.
Pese a quedarse sin premio, Khedira demostró que puede reciclarse y dar más en una nueva función que lo aleje de la que venía ocupando en los últimos tiempos y lo convierta en un clon del buen futbolista que se ve con Alemania en Eurocopas y Mundiales.