
El Real Madrid ha conseguido ante el Murcia una importante victoria de cara a conseguir el título liguero. Sneijder marcó el único tanto de un partido en el que los blancos jugaron con diez durante más de una hora, tras la expulsión de Miguel Torres.
El Real Madrid sigue ascendiendo, peldaño a peldaño, a su segundo título consecutivo. Ante el Murcia ha logrado una victoria de oficio, poco brillante, pero suficiente tal y como se le puso el partido al líder.
Y es que la expulsión tempranera de Miguel Torres cambió por completo el ritmo del choque. El Madrid se quedaba con diez, y para colmo tenía que hacer frente al muro de cinco defensas planteado por Clemente, al que por momentos poco le importó este aspecto. Y eso en un equipo que está a ocho puntos de la salvación es poco menos que un suicidio.
Antes de la roja ya hubo un momento tenso. Por momentos, Pepe pensó que sería expulsado tras un codazo a Arzo un tanto innecesario. Lo que son las cosas, al ver la amarilla se enfadó. Cuestión de teatro.
En la siguiente jugada Torres le clavó los tacos en el tobillo a Aquino. Simplemente llegó tarde, sin maldad. Pero lo justo para irse a la calle, y más cuando está Iturralde al mando del encuentro.
Las ocasiones llegaban con cuentagotas. El más activo fue un Robben insistente, y con más galones en el equipo a medida que avanzan los partidos y no cae lesionado. Robinho, en inferioridad numérica, se encargó de todo el carril diestro y se terminó fundiendo. Tuvo que ceder su puesto a Salgado.
Tras el descanso, en el Madrid emergió la figura de Sneijder. El holandés también va a más, y antes de marcar ya le puso un balón en bandeja a Raúl, más gris que de costumbre esta tarde.
En la acción del gol se vio a la perfección lo que es Sneijder. Velocidad, control y precisión en una misma acción. Lo imposible hubiera sido que Carini hubiera evitado el gol.
Desde ahí hasta el final Schuster obraría con inteligencia, al no lanzarse alocadamente en busca del gol. De esta forma, el objetivo sería ahorrar esfuerzos y mantener la ventaja. Con tan pocas jornadas para el final, correr riesgos es una temeridad. Aunque cuando enfrente está el autobús de Clemente el riesgo es mínimo.