
El Real Madrid se clasificó para cuartos de final de la Liga de Campeones tras vencer a domicilio al Manchester United (1-2), en un partido que estuvo marcado por la tarjeta roja a Nani en el minuto 56. Por aquel entonces el Manchester ganaba y asustaba tras el gol en propia puerta de Ramos, pero esa acción lo cambio todo. El Real Madrid fue un torbellino durante 10 minutos y Modric y Cristiano dieron el pase al conjunto blanco.
Lo logró. Lo logró una vez más en Old Trafford donde parece que los diablos rojos que sobrevuelan el estadio de vez en cuando se convierten en ángeles blancos. Porque el partido no pintaba bien para el Real Madrid pero una roja, o quizá los ángeles, quién sabe, cambiaron el rumbo del partido.
Si obviamos la primera parte nada ocurriría. Ninguno de los dos equipos mereció más que eso. Un empate a cero ramplón. Los porteros pasaron desapercibidos y el Madrid lo intentaba tímidamente mientras que el Manchester salía a la contra buscando el gol. Nada ocurrió más que la lesión de Di María que le dio una nueva oportunidad a Kaká, una más, para resarcirse de sus pereza en uno de los estadios que le encumbraron hace seis años. Tampoco ese estímulo funcionó.
Ramos marca en propia puerta
La segunda parte comenzó con sobresalto. Varane cometió su primer gran error en la zaga blanca y tras una serie de rechaces sin sentido en los que nadie pudo o supo dar un patadón, un pase de Nani rozado por Welbeck acabó en la red impulsado por Ramos. Gol del United.
A partir de ese momento el Madrid intentó irse para arriba. Higuaín creaba más peligro por las bandas que en punta y Özil apareció en el partido tras 45 minutos de asueto. Por si el Real Madrid necesitaba un empujón más, se lo dio el árbitro con una roja a Nani más que rigurosa. El portugués buscaba el balón con la mirada sin percatarse de que descuidaba la planta del pie, y ésta acabó en el costillar de Arbeloa. El árbitro le expulsó y el Madrid entonces lo vio todo mucho más claro.
Mourinho movió el banquillo y Modric entro por Arbeloa que todavía llevaba la marca de la bota en el pecho. El croata, por fin dirían algunos, apareció, y de qué forma. Con superioridad en el medio, el acoso blanco fue total y Rafael, el lateral derecho del United, puso la mano donde no llegaba la de De Gea para evitar, con una parada salvadora y antirreglamentaria, el que hubiera sido el empate de Higuaín. Penalti no pitado, la ley de la compensación, o algún demonio suelto, ya saben.
El Real Madrid siguió atacando. Modric se adueñó de un balón en la frontal, de esos en los que ningún compañero se desmarca y desde la televisión miles de madridistas le gritan que tire. Pues el croata se decidió. Disparó pegado al palo, tan pegado que el sonido a madera aún retumba en Old Trafford. Tras esto solo se escuchó el suave roce del esférico con la red y el grito de celebración de los 3.000 madridistas en Manchester. Modric, tan esperado, apareció.
Sin tiempo para sentarse en las butacas, el Real Madrid puso la sentencia. Özil se vistió de Redondo para, de un taconazo imposible, poner el balón a Higuaín. El argentino se la puso a Cristiano en el segundo palo y ahí, ya saben lo que suele ocurrir. Gol y, en este caso, disculpas a la grada. Nunca dos goles fueron tan importantes pero tan dolorosos. Cristiano pidió perdón casi compungido mientras que sus compañeros le abrazaban. Daba la impresión de que hubiera preferido que marcara otro pero no lo hay en un Real Madrid que se resume en dos palabras: Cristiano Ronaldo.
Diego López frena al United
A partir de ahí quedaban 20 minutos en los que el Madrid no sabía si atacar o defender, y entraron las dudas. Tuvieron opciones los blancos de ampliar la renta pero los ataques iban acompañados de la tibieza del que se sabe ganador, mientras que las contras del United iban cargadas de pólvora. Los diablos intentaban volver a su estadio sin percatarse que habían olvidado al ángel blanco que guardaba los tres palos.
Diego López realizó cinco intervenciones que salvaron al Madrid del KO, que no de sufrir. El Manchester necesitaba dos goles y de no ser por el guardameta, la historia ahora sería distinta. Hablaríamos de crisis blanca, de que Mourinho seguía sin su tercera y el Madrid sin su Décima, de que el proyecto debe cambiar... Menos mal, para fortuna del Real Madrid, que los ángeles están de su parte, y también Cristiano.