
El FC Barcelona todavía sufre las consecuencias de la derrota del pasado miércoles contra el Milan. La caída en San Siro ha hecho daño en el Camp Nou. Mucho daño. Mientras que el club trata de hacer un llamamiento a la remontada, los técnicos tratan de buscar una explicación técnica a lo sucedido en Italia. Y una de ellas apunta a sus problemas en defensa. Uno de ellos es reiterado y tiene nombre brasileño: Dani Alves
La presente temporada está siendo un suplicio para el ex del Sevilla. Lo está siendo por muchos problemas. Uno, las lesiones. Alves apenas consigue acumular un buen puñado de partidos consecutivos. Las dolencias musculares y de rodilla empiezan a castigar su regularidad. Él, potente por naturaleza y de juego basado en sus capacidades físicas, está notando este lastre también en su rendimiento.
Buena prueba de ello fue el partido del miércoles. En primer lugar, sus carencias se notan en el plano más defensivo. Ganar la espalda a Alves se ha convertido en uno de los puntos débiles más explotados por parte de los rivales del Barça. El Milan lo supo aprovechar muy bien, especialmente con un Al Sharaawy muy activo por el costado que Alves debía cubrir. El culé trataba, como en cada partido, macharse al ataque.
Era una de sus armas, pero los pulmones ya no le responden como antes, ni para subir, ni para bajar. Un retardo que genera habitualmente espacios cuando trata de volver a su portería.
El segundo gol 'rossonero' llegó así. Es más, la repetición del tanto deja entre ver como Puyol, desde el lado contrario, casi llega a tapar el balón que acabó dentro de las mallas. Alves, sin embargo, se quedó estático mientras que la pelota cruzaba de lado a lado el área barcelonista.
Cierto. Alves nunca ha sido un portento para defender, pero esas carencias las solía tapar con un ataque desmedido que obligaba al rival a frenarlo más que a buscarlo en el lado contrario del campo. Sin embargo, Alves ha dejado de ser una referencia ofensiva.
Esta temporada sólo ha marcado un gol y ha dado dos asistencias. Todo en 28 partidos. Demasiado poco para un rendimiento siempre notable en este apartado. Sin ir más lejos, el curso pasado, cuando ya se le ponía en duda, Alves dio 13 asistencias y marcó tres goles en toda la temporada. Parece que este año, al ritmo actual, se quedará lejos de aquellos datos. Al menos en lo que a pases de gol se refiere.
Con Montoya y Adriano en el primer equipo, más de una voz crítica empieza a reclamar la presencia de alguno de los dos en el costado derecho. Sin embargo, Roura prefiere mantener las cosas como están. Es una de las cuestiones que se le critican al técnico culé, incapaz de mover algunas de las piezas que ha dejado Tito Vilanova.
Entre tanto, los culés sigue sufriendo problemas en la zaga. Ya acumulan diez partidos consecutivos viendo como el rival hace, cuanto menos, un gol. Algo que no sucedía desde la temporada 98-99, con Van Gaal en el banquillo. Un problema considerable si la máquina goleadora, como el miércoles, en Milán, se atasca.
Doble problema en el que Alves tiene mucho que decir. O quizá poco. Veremos si la próxima temporada permanece en el Camp Nou o si, como pudo suceder el curso pasado, se marcha definitivamente de la Ciudad Condal.