Fútbol

Leo Messi ya no es el 'niño bueno' del Barça

Messi mira a Cristiano Ronaldo en el último Clásico | EFE

Leo Messi se ha convertido en el centro de atención del último Clásico y no precisamente por hacer goles. El argentino (como Cristiano Ronaldo) pasó desapercibido en el duelo de los dos equipos más grandes de España. Anomalía. Lo habitual es que el 10 del Barça se lleve los focos por sus regates, goles y demás genialidades. Este miércoles, no fue así. Más al contrario. Se llevó los titulares por gestos que hace poco tiempo parecían impensables en el cuatro veces campeón del Balón de Oro.

Hagamos resumen. Este jueves, diversos testigos y fuentes, la mayoría procedentes del entorno del Real Madrid, denunciaron una versión desatada de Messi. El argentino, enfadado por lo sucedido sobre el césped del Bernabéu, protagonizó varios choques con miembros del Real Madrid.

El primero fue con Aitor Karanka al que habría espetado "¿Qué miras, muñeco de Mou?" cuando ambos se cruzaron en la zona que une vestuario local y visitante. Karanka iba a dar la rueda de prensa. Messi se preparaba para salir del cambiador.

Minutos después, ya en el parking privado del Bernabéu, Messi se encaró con Arbeloa cuando éste ya se encontraba dentro de su coche particular y con su esposa en él. "¡Bobo!", le gritó, amén de otros insultos que sorprendieron al propio Arbeloa. Tuvo que ser un empleado del club blaugrana el que se lo llevara al autobús. El Barça aún no ha negado estas informaciones.

Ambos episodios, unidos a otros que sucedieron durante el partido (insultos y 'salivazos' al banquillo del Real Madrid) sorprendieron a una parte de los aficionados del planeta fútbol. No es habitual que el nombre de Messi se vincule a estos episodios desagradables.

Una temporada rebelde

O quizá sí. Al menos en esta temporada. Y es que el presente curso se ha convertido en aquel en el que hemos descubierto una faceta nunca antes vista del argentino. La de jugador controvertido. La de niño malo, podríamos definir.

Una versión que lo acerca un poco más al resto de los mortales y, desde luego, a su principal rival en la eterna lucha por ser el mejor del planeta. Nos referimos a Cristiano Ronaldo, futbolista que, por otro lado, ha empezado a bajar su perfil. Hace tiempo que no se ve envuelto en líos como los que solía tener antaño. El mundo al revés.

Pero centrémonos en Messi y los incidentes que ha protagonizado este curso. El primero de ellos apunta a un compañero de equipo: David Villa. Ocurrió en el Camp Nou cuando, en una acción, 'El Guaje' decidió tirar de invididualismo y probar fortuna sobre la portería granadina cuando, apenas a cinco metros, Messi esperaba la pelota para embocar en línea de gol.

El lanzamiento de Villa se fue lejos del arco. Leo se agarró un enfado monumental que las cámaras captaron.

Bronca a Villa y caritas durante cinco minutos. Ambos desmintieron el mal rollo, pero ya era complicado dar marcha atrás. Tiempo después se han ido desvelando como el astro argentino ha hecho presión para que sean los 'bajitos' y no Villa los que jueguen en el conjunto blaugrana, algo que al asturiano no ha gustado demasiado.

De la fiesta al superdeportivo

Ese gesto, aquel partido, no hizo más que dar inicio a otros que ha indo mutando la imagen del Leo impecable de antaño. Ya antes, una fiesta del 10 culé en Suecia, durante un viaje para jugar un amistoso con el Barça disparó las alarmas. Luego sorprendió que se comprara un súperdeportivo y que fuera con él al entrenamiento del equipo. Guardiola prohibió estos gestos para evitar dar sensación de prepotencia.

Más tarde, contra el Celta, el argentino propinó un puñetazo a Jonathan Vila en pleno partido, como cazaron sus gestos cuando, en un duelo amistoso con Argentina, exageró una supuesta agresión de un rival. Fue ante Uruguay y aquello indignó a los charrúas.

Luego llegó la Gala del Balón de Oro. En ella Messi se negó a saludar a Cristiano Ronaldo y, a la hora de dar el discurso, tuvo tres lapsus que llamaron la atención: no citó ni a Abidal, Vilanova o el propio CR7.

Sólo se acordó de Iniesta. "Fue un fallo, se me olvidó", dijo tras una ceremonia en la que, al contrario que en las tres anteriores, se le notó más distante que en anteriores ocasiones.

También ha cambiado su actitud con los árbitros. Ahora protesta más que antes. El pasado domingo, vio su primera amarilla del campeonato y fue, precisamente por cargar contra el colegiado. Una crítica que se repitió tras el partido. "Con algunos árbitros no se puede ni hablar", describió.

Todos estos hechos dibujan una imagen de Messi alejada de los tópicos. Es verdad que en otras temporadas hubo algún suceso parecido a éste, pero eran bastante más aislados. Todos en Madrid recuerdan su pelotazo a la grada del Bernabéu en otro Clásico o la bronca que le echó a Tello por no pasarle un esférico en Milán.

Sin embargo, más allá de aquello, siempre prevalecían los gestos deportivos a los gestos antideportivos. Hasta ahora en los que se ha destapado otra versión de Messi. Leo ya no es el niño bueno del Barça.

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