José Mourinho fue, ante el Celta de Vigo y en Copa, la misma estatua que frente a la Real Sociedad en Liga. El técnico madridista apenas salió de su banquillo y cuando lo hizo, fue recibido con sonoras pitadas. Una de esas pocas ocasiones en las que salió del banco fue para protagonizar una acción curiosa, llamativa y muy propia de su temperamento.
Corría el minuto 37 de la primera mitad cuando el central vigués Túñez, hizo falta sobre Cristiano Ronaldo. El luso había recibido un pase al espacio y en carrera se vio desestabilizado por su rival cuando se dirigía a la portería rival.
Era una bola clara. De no haber sido frenado de este modo, CR7 se habría quedado sólo frente a la portería. Ayza Gámez vio la acción, pero, pese a lo clara de la ocasión, sancionó la falta con amarilla. Mourinho, como muchos madridistas, consideraron que debía ser tarjeta roja. De ahí su enfado. De ahí su explosión.
El entrenador cogió una pelota cercana a la posición del delegado de campo y metió con ella un pelotazo hacia el túnel de vestuarios. El empleado que se encontraba en la bocana para sacar el techo que cubre a jugadores y colegiados al descanso, se llevó el susto de la noche. Afortunadamente para él la bola no impactó en su cuerpo. Se salvó. Por poco.
Explosión que en realidad tenía antecedentes. Y es que 'The Special One' vio también con malestar como anteriormente, apenas dos minutos antes, era anulado un gol también de Cristiano Ronaldo por un fuera de juego que, en realidad, no existía. Debió haber sido el tercero del Real Madrid, pero fue, en realidad, el inicio del enésimo enfado de Mourinho en el banquillo del Santiago Bernabéu.
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Sabor a final
