Dani Alves propició el milagro. Sin el brasileño, el récord culé de jugar con once canteranos (10 españoles y un argentino -Messi-) no habría sido posible sin la lesión del lateral. Una gesta, la de los canteranos, no la lesión, que oculta un problema para Tito Vilanova.
El que antes fuera defensa más regular de la zaga blaugrana ha caído en una espiral de intermitencia preocupante. Mal asunto para un futbolista que ya estuvo en duda el verano pasado y que, ante tanta dolencia, parece tener más cerca su adiós del Camp Nou que su permanencia.
Lo hace, además, a ritmo vertiginoso. Este año ha sufrido ya tres lesiones y todas del mismo tipo muscular, algo que, lejos de deberse a la mala suerte, en la mayoría de las ocasiones apunta al mismo apartado: la edad o un problema crónico. Con 29 años a sus espaldas, la configuración física de Alves (hombre explosivo y de velocidad) es propensa a lesionarse llegados a una determinada fase de su carrera.
En lo que llevamos de campaña, se ha perdido un total de seis encuentros y se ha tenido que retirar antes de tiempo de otros tres. En total, nueve ausencias que dejan su participación en algo testimonial.
Ante semejante carencias y un sueldo elevado (cercano a los cuatro millones de euros), la presencia de Alves en el Barça parece cada vez más difícil de mantener por sus defensores.
De hecho, si el curso pasado no se marchó fue por que salió antes Guardiola (con el que su relación se había deteriorado) y porque las ofertas que llegaron eran buenas para el futbolista, (especialmente la del Anzhi ruso -seis millones limpios al año-) pero no para el Barça (nunca superaron los 10 millones de euros).
Hoy, ni uno -salario-, ni otro, -traspaso-, serán tan elevados. De ahí que todo apunte a una venta en verano antes de que el jugador pierda su valor actual, lejano al que quizá se pudo haber sacado en el mercado anterior.
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La lesión de Alves