Los partidos se definen por detalles. Momentos que hacen que el trabajo generado durante todo el encuentro se convierta en un éxito o un fracaso. El Clásico que se vio este jueves en la Supercopa de España fue un claro ejemplo de ello. En apenas medio minuto el duelo pasó del 4-1 para el Barça, al 3-2 para el Real Madrid. Entre un resultado y otro, dos porteros, un acierto y un fallo. Iker Casillas y Víctor Valdés fueron los responsables de semejante vuelco.
El primero, por parar lo que parecía imposible. Corría el minuto 79 cuando un gran pase de Iniesta (brillante y siempre presente en el ataque blaugrana) volvió a dar un pase de oro a otro compañero.
Si Xavi se aprovechó de su visión de juego en el 3-1 culé, ahora le tocó el turno a Leo Messi. La pulga, sólo ante el arquero blanco, recibió la bola en el punto de penalti e hizo lo que mejor sabe: disparar sin tiempo apenas para la reacción de sus rivales.
El truco, en esta ocasión, se encontró con otra reacción más rápida que su lanzamiento. Casillas se tiró al suelo y rechazó un lanzamiento que olía a gol. Su rechace acabó en los pies de la defensa blanca que lanzó un rápido contragolpe. Ahí llegó la otra cara de la moneda, la de la desgracia de Valdés.
El ataque merengue se disolvió en la defensa culé con la cesión de Adriano al arquero culé. Di María, despistado, casi parecía rechazar la opción de presionar, pero ante el mal control del portero, decidió ir a por su presa, con tan buena suerte de que éste fallo en el momento más importante del partido. Gol del Real Madrid y la eliminatoria, lejos de estar sentenciada, quedó más apretada que nunca.
Curiosamente ambos mantienen desde hace dos años (Mundial de Sudáfrica) un debate sobre quién debería ser el titular en la portería de la Selección Española. Valdés, ganador de los últimos Zamora, es, para muchos, merecedor de un puesto que ayer Casillas consolidó un poco más si cabe con una acción que podría terminar valiendo el título. Así es el fútbol: cuestión de detalles.
El fallo de Valdés
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