
Hace dos años, en julio de 2010, España ganó el Mundial de Sudáfrica. Bajo el cava de los festejos, el vestuario del Soccer City de Johanesburgo sabía que aquella noche tenía reservada una pequeña dosis de amargura para el combinado de Vicente del Bosque.
Aquella final, aquel partido ante Holanda, debía haber sido el último como internacional de Carles Puyol. Ésa era al menos su intención.
Con 32 años, el central entendía que era el momento de decir adiós a su otro equipo para centrarse en su club y prolongar su carrera como futbolista. Sin embargo, la cita histórica que dibujó una estrella en el pecho de 'La Roja' no fue la última para el capitán del Barça y uno de los capitanes de la Selección.
Fernando Hierro, director deportivo de la Federación, y Vicente del Bosque lo convencieron días después para que cambiara el rumbo. Puyol necesitaba un puñado de partidos más para alcanzar las 100 internacionalidades.
"Cuando las tengas en el bolsillo, haz lo que quieras, pero no dejes pasar el sueño de ser uno de los pocos jugadores que ha jugado más de 100 partidos con su país", le dijeron ambos. 'Puyi' se dejó convencer y aceptó. Seguiría al menos hasta la Eurocopa para completar la mágica cifra que ya han cerrado, entre otros, Xavi, Casillas y Xabi Alonso.
La noticia disparó la euforia en el vestuario de la Selección y entre sus compañeros, jugadores todos que ven en la figura de Puyol algo más que un compañero y capitán. El fútbol nacional estaba de enhorabuena. Alegría generalizada para todos sus protagonistas menos para uno: Pep Guardiola.
El técnico culé había sido uno de los responsables en convencer a Puyol de que dijera adiós a la Selección. Sus motivos eran los mismos que manejaba el central, eso sí, multiplicados por las preocupaciones que arrastra el puesto de entrenador.
Sin apenas defensas de su estilo en la zaga culé, Guardiola no quería arriesgar al baluarte catalán con lesiones por desgaste.
Pep usó como ejemplo el caso de Raúl para dar a entender a su futbolista que una retirada a tiempo puede ser una decisión acertada. El delantero blanco rindió, según el técnico, a tan alto nivel durante tantos años simplemente porque Aragonés dejó de convocarlo en 2006. Sin esa ausencia seguramente habrías sido imposible ver al ex siete del Schalke goleando por tierras germanas. El cuerpo no le habría dado más de sí.
Sin embargo, Puyol eligió el sentido contrario y decidió seguir en el combinado nacional, para enfado de Guardiola quien le reprochó que, si llegaban futuras lesiones por sobrecarga de partidos sería responsabilidad suya. Así sucedió a principios de la temporada pasada y a finales de la anterior, cuando problemas musculares dejaron al capitán culé fuera de un buen puñado de partidos.
De hecho, Puyol se ha perdido esta Eurocopa por problemas de rodilla, problemas que, quien sabe, podría haber evitado si hubiera hecho caso al que ha sido su entrenador en las últimas cuatro temporadas.