
Falsa alarma. Fernando Llorente no va a convocar ninguna rueda de prensa este martes para anunciar su posible salida del Athletic de Bilbao. Lo que este domingo parecía un secreto a voces, hoy se ha convertido en una mera noticia de fogueo que, con todo, no ha relajado el ambiente por San Mamés.
Desde la entidad que dirige Josu Urrutia no se descartan movimientos a corto plazo que puedan cristalizar en una oferta por su estrella. Saben que el jugador está en el escaparate tras no haber renovado su contrato.
El delantero riojano terminará su vinculación con el club vizcaíno en junio de 2013 y, de no firmar uno nuevo para esa fecha, quedará libre con lo que ello supone para el Athletic: no percibiría ni un sólo euro por un futbolista que, ahora mismo, cuesta 36 millones de euros.
Además, en Bilbao ha sentado bastante mal el mutismo total que ha tenido el entorno del jugador en las últimas 48 a propósito del citado rumor. Durante toda la tarde del domingo y buena parte del lunes intentaron entrar en contacto con él, pero su teléfono móvil y el de su hermano y representante permanecieron apagados.
La excusa oficial del club es la de la comprensión. Llorente está de vacaciones en 'Disneyland París' y, por lo tanto, tiene pleno derecho a desaparecer del mapa como desee.
Sin embargo, oficiosamente se entiende que no es una postura responsable. El entorno del jugador conocía perfectamente la existencia del rumor de su salida y no hizo nada ni para frenarlo, ni para confirmar al club que fuera mentira.
Una renovación traumática
Este episodio es uno más de las cada vez más distantes relaciones entre una y otra parte. Aunque no se puede hablar todavía de 'divorcio en toda regla, lo cierto es que el proceso de renovación del jugador ha dejado una estela de pequeños desencuentros. El capítulo de mayor tensión llegó el pasado mes de marzo cuando el Athletic filtró a ETB que Llorente estaba a punto de firmar su continuidad.
La información no sentó nada bien al jugador y a su hermano, que entendieron que con este 'chivatazo' se violó el acuerdo de confidencialidad con el que se había cerrado el primer acuerdo para la continuidad del jugador. El pacto se rompió y las negociaciones se retomaron tiempo después, eso sí, con el lastre este pequeño incidente.