El Mundial de Sudáfrica ha dejado en la retina de los españoles multitud de imágenes y recuerdos para la eternidad. Sin embargo, de entre todos ellos, sólo un puñado de ellos serán los que nunca se muevan. El gol de Iniesta, la Copa al cielo de Johannesburgo... Historias que en aquella noche fría del invierno africano no lograron eclipsar los polos extremos del deporte. El amor y la guerra se unieron en el Soccer City.
Lo hicieron en orden inverso. Primero fue la batalla de todas las batallas convertida en dura realidad por un hombre: De Jong.
El mediocentro holandés del Manchester City protagonizó la imagen más desagradable del partido cuando, mediada la primera mitad, decidió disfrazarse de karateka.
Su patada a media altura, directo al pecho de Xabi Alonso, fue la imagen de la vergüenza de una Holanda que se traicionó a sí misma para ser un equipo de patada fácil y fútbol escaso.
De Jong sólo vio la tarjeta amarilla. Tiempo después, el árbitro del partido, el controvertido Howard Webb, afirmó que se arrepentía de no haber sacado la roja al jugador de los orange.
Aquella noche, España fue más fiel al estilo de los Cruyff y compañía que la propia selección de los tulipanes.
Pero después de la guerra, como en casi todas las historias con final feliz, llegó también el amor. El de Iker Casillas y su novia, la reportera de Telecinco Sara Carbonero.
Aquel Mundial no comenzó de manera sencilla para ellos cuando el periódico 'The Times' culpó a Carbonero de la derrota de España frente a Suiza. Según el rotativo, la presencia de la muchacha cerca de Iker, a pie de campo tras la portería de España, molestaba al capitán de 'La Roja'.
Ambos tuvieron que soportar una presión inasequible al desaliento de aquellos que gustaban hacer de la crítica, su acicate contra el trabajo de ambos. Sin embargo, la cordura emergió y fruto de aquellos instantes, Casillas no pudo refrenar su pasión y beso a Sara ante toda España y todo el mundo.
Fueron las imágenes de un día para el recuerdo. El mundial que se ganó entre la guerra y el amor.
Críticas de The Times