Fútbol

Iniesta y su lección de sentido común sobre las amarillas al Madrid de Mourinho

Iniesta vio la tarjeta ante el Shakhtar | Reuters

Mourinho tiene la especial habilidad de saber colocar el foco de la atención mediática y popular en aquellos aspectos que a él le interesa. Una vieja táctica que el martes volvió a repetir con el famoso asunto de las amarillas y si su equipo debió forzarlas o no. El portugués criticó al Barça por la 'picardía' ante el Villarreal y los casos de Valdés y Busquets. No sabía que, apenas unas horas después, obtendría la mejor respuesta posible a su exceso de celo en el sentido común de Iniesta.

Corría el minuto 13 de la primera mitad del Barça Shakhtar cuando, con 3-0 en el marcador, el internacional español se interpuso en el saque de una falta que no era peligrosa.

El árbitro, con buen criterio, le sacó la tarjeta. Cualquier observador externo habría supuesto que fue un lance del juego, algo no premeditado. En realidad fue una pillería plagada de normalidad deportiva.

Iniesta no necesita teatro

Normalidad porque Iniesta no necesitó forzar la maquinaria. Recurrió a un gesto simple y eficaz para ver como le ensañaban la tercera amarilla del torneo.

Se perderá el intrascendente duelo de la vuelta, pero sí que estará en el Bernabéu para las vitales semifinales, algo que pesos pesados como Di María, Carvalho Cristiano, Sergio Ramos y Xabi Alonso (apercibidos) no pueden decir.

Él, al contrario que Alonso o Ramos en el famoso episodio de las tarjetas de Amsterdam, no necesitó ir en contra de sus principios para protagonizar una obra de teatro sobre el terreno de juego. Porque, como sus protagonistas reconocen en privado, en aquella ocasión, ni Alonso, ni Ramos, querían perpetrar una acción así. Menos todavía sabiendo que esa amarilla supondría la expulsión.

No es igual una roja que una amarilla

Que vieran la tarjeta roja otorga a la acción de los madridistas un salto cualitativo de vergüenza que Mourinho no entiende.

No es que sus jugadores consiguieran que les sacaran una simple amarilla. No. Lo que lograron es que ambos se marcharan al vestuario ante la mirada acusadora de media Europa, muy crítica con todo lo que allí aconteció aquel día.

La charla de Dudek con Casillas, el no de Cristiano a la trampa o la pantomima de los saques de Alonso y Ramos le valió al Real Madrid una multa de la UEFA y el riesgo de sanción ante lo evidente de un escándalo que hoy, tiempo después, ha tenido consecuencias.

El gigantesco riesgo ante el Tottenham

Así lo reconoció el propio Mourinho en la sala de prensa tras el duelo ante el Tottenham. El luso argumentó que sus jugadores advertidos () no ejecutaron ninguna triquiñuela para llegar limpios a semifinales porque la UEFA los vigila.

Cierto y falso a la vez. Lo que quizá Mourinho no sepa es que se pueden forzar tarjetas sin necesidad de montar espectáculos sobre el césped. Ejemplo: Iniesta.

Así las cosas, si realmente el Madrid tenía ganas de forzar amarillas, pudo haber seguido métodos sutiles. Cristiano o Di María podrían haber celebrado el gol quitándose la camiseta.

Xabi Alonso y Carvalho podría haber desplazado la bola en alguna falta en contra. Ramos pudo haber agarrado a Bale en alguna de sus arrancadas. Posibles planes camuflados de normalidad había muchos, pero ninguno se ejecutó.

Más allá del debate de si era necesario o no provocar estas cartulinas (quizá tantas bajas contra el Tottenham podrían haber sido demasiadas), lo único cierto es que Mourinho volvió a gestar un debate dónde no lo había.

No es que los suyos decidieran no hacer trampas por temor a la UEFA. No lo hicieron porque el sentido común brilló por su ausencia aquella tarde ante el Ajax. Porque en este Real Madrid, gestos como el de Iniesta faltan y actitudes como la de aquel día sobran.

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