
Mourinho, siempre Mourinho. El entrenador del Real Madrid no conoce la relajación, ni entiende de descansos. Lo suyo es siempre fiel a sí mismo, siempre fiel a su personalidad gigante que engulle el protagonismo de los demás. Su polémica con Cani en el Villarreal lo demuestra. Y todo por culpa de su hijo. El pequeño Mourinho JR fue el culpable de la última gota que ha colmado la paciencia de otro equipo contra el portugués.
En los próximos días las televisiones de todo el planeta se llenarán con las escenas de lo que aconteció en los últimos minutos del Real Madrid 4-2 Villarreal.
El último tanto de Kaká desató la locura del Bernabéu. Éxtasis después de un partidazo polémico, remontada incluída. Así, así, así le gusta ganar al Real Madrid y a una afición loca con exhibiciones de casta como la mostrada ante los de Castellón.
Es entonces cuando Mourinho entra en acción. Las cámaras saben que deben estar pendientes en todo momento de la figura del técnico merengue. Le buscan y le encuentran.
Rápidamente, como si de su propio gol se tratase, Mourinho corre hacia el banquillo del Villarreal y se pone a hacer gestos de ánimo hacia los aficionados que están detrás de él. Se desata la polémica. Cani explota y le lanza mansamente una botella. Expulsiones y lío. El vídeo de la escena lo refleja todo.
Mou Junior y su rara ubicación
Sin embargo, lo que en ese momento no logran a entender los jugadores amarillos (porqué 'The Special One' celebró así el tanto) se aclaró minutos después. No se trataba de una provocación (otra) del entrenador, sino que detrás de ese banquillo se sienta su hijo, el joven José Mourinho Junior.
Esto es: según la versión merengue el entrenador sólo quiso compartir su alegría con su vástago después de uno de sus partidos más complicados (era la primera remontada del Real Madrid en casa esta temporada).
Que el pequeño Mou se encontraba detrás del banquillo lo confirman todas las partes. Que ello justifique la actitud del entrenador es harina de otro costal. En primer lugar porque le anima a llevar a cabo una acción antirreglamentaria. El entrenador de un equipo no puede invadir el área técnica de otro.
"A mí no me molesta. Él puede celebrar como quiera los goles. Es su decisión, pero invade nuestra zona técnica", comentó Juan Carlos Garrido, técnico del Villarreal nada más terminar el encuentro.
Además, tras un duelo muy caliente (el Villarreal se queja de que el tercer gol blanco llega tras un fuera de juego claro de Benzema), no parece que sea la mejor manera de templar ánimos o de llamar a la deportividad.
También merece análisis la ubicación del pequeño Mou JR. Quizá sentarle detrás del banquillo de su papá sea la mejor solución para evitar nuevos problemas como éste.
Preguntas, reflexiones y cuestiones que vuelven a tener en la actitud del entrenador del Real Madrid su protagonista. Y todavía no ha terminado la primera vuelta. La historia de los líos de Mou no frena. Y lo que le queda. Es parte de su inagotable afán de protagonismo. Mourinho. Siempre Mourinho.