Fútbol

El derroche del fútbol español: ¿debería legislarse para evitar gastos excesivos en tiempos de crisis?

Cristiano Ronaldo, record en traspasos: 90 millones de euros

España se ajusta el cinturón entre fuertes recortes sociales promovidos por un Gobierno al que la crisis le está pasando factura política. Mientras tanto, un sector de la sociedad parece mirar hacia otro lado. El fútbol se mueve entre el derroche y la ruína. ¿Debería cambiarse la legislación para frenar los dispendios del deporte rey?

El último ejercicio de gasto excesivo llega desde el Bernabéu. Mourinho costará a las arcas blancas un pastón. Concretamente casi 62 'kilos' (entre su clausula, su sueldo, el de su equipo el despido de Pellegrini...)

Esto es: en los últimos 12 meses, Florentino ha derrochado casi 370 millones en su segundo proyecto faraónico. Con lo que han costado Kaká, Benzemá, Cristiano Ronaldo y compañía se podría financiar el recorte en el régimen transitorio de la jubilación parcial propuesto por el Gobierno de Zapatero.

Parte de este gasto repercutirá en los socios blancos. En la pasada campaña los abonos subieron entre un 5 y un 14%. Para esta temporada se espera un gesto similar.

Los derroches de Laporta

Pero no sólo el Real Madrid gasta de forma 'oscena'. También el FC Barcelona se apunta a la moda de tirar la casa por la ventana para, en algunos casos, alimentar los delirios de grandeza de algunos de sus directivos.

Pese al éxito triunfal de los culé, el equipo blaugrana se ha gastado casi 90 millones en jugadores que apenas han tenido relevancia en el rendimiento de los de Guardiola.

Súmenle el fiasco Ibrahimovic (casi 87 millones para un paupérrimo balance goleador) y las prisas para fichar a Villa (40 millones para que Laporta se pudiera hacer la foto con su fichaje estrella antes de marcharse).

En total, 217 millones, casi lo que cuesta la suspensión en la retroactividad en prestaciones por dependencia propuesta por el Ejecutivo.

La solución: ¿tope salarial al estilo NBA?

Desde hace varios años, sectores sociales escandalizados por semejantes 'inversiones' han venido reclamando mesura en el gasto de nuestros equipos. Por ética y por lógica económica. Voces sin apenas eco en una sociedad que vivía en la cresta de la ola económica.

Hoy, en plena crisis, el PNV se ha atrevido a ser el primer partido político que clama el cese de esta sangría.

"El fútbol es hoy una gran burbuja económica que produce un fuerte endeudamiento contra el que no se están tomando medidas legislativas o de otro tipo, de manera que situaciones con consecuencias evidentes en ámbitos diferentes al deporte quedan sorprendentemente impunes", argumentan los nacionalistas.

Según su visión, la carrera de gasto entre culés y blaugranas está provocando una evidente inflación en el mercado futbolístico que se podría evitar poniendo topes salariales y en las cláusulas de rescisión al estilo NBA. Así, además, la competición ganaría en espectacularidad: más equipos podrían afrontar fichajes de renombre y la Liga se igualaría.

Asimismo, el PNV denuncia que hay determinados clubes que no cumplen con la normativa fiscal o contractual sin que repercuta en su situación deportiva, lo que en su opinión hace que la competición esté "viciada".

También quieren que fuera la Liga Profesional, a manera de muchos lugares en Europa, quien negociara el conjunto de los derechos audiovisuales y no los clubes uno a uno, "lo que redundaría probablemente en un mejor acuerdo pero también en una mayor proporcionalidad en el reparto de beneficios".

El desastre que nadie ve: los modestos se hunden

Mientras Real Madrid y Barça aprietan el acelerador de los gastos, mientras la Primera y la Segunda División logran sobrevivir aferrados a los gastos televisivos, la Segunda B y Tercera División se hunden en la más absoluta de las miserias que amenaza, constatemente, la desaparición de clubes históricos y la pobreza de cientos de familia que dependen de estos conjuntos.

Según datos de la AFE, durante 2009, 50 de las 80 plantillas de Segunda B presentaron denuncias por impagos. Las deudas tramitadas por el sindicato de jugadores llegaron a los 47 millones de euros.

Siete equipos bajaron de categoría por no poder afrontar estos gastos; 23 consiguieron librarse de la pérdida de la categoría en el último día para salvar la sanción. Para esta temporada se espera que estas cifras aumenten.

En la mayoría de los casos, los directivos de estas sociedades son los grandes culpables. Muchos reciben sumas importantes de dinero procedentes de ayuntamientos y Comunidades Autónomas que malgastan por encima de sus posibilidades.

A todo ello, hay que sumarle una superestructura gigantesca. "Es una locura que haya 80 equipos en Segunda B. Como mucho podría haber 40. El resto, sobra", confiesa un directivo de un equipo madrileño a EcoDiario.es.

Ya el pasado verano la Real Federación Española de Fútbol convocó una asamblea para redefinir la categoría. Fue un fracaso promovido por el temor que tiene la directiva de Villar a perder el apoyo de muchos de los equipos que, durante las elecciones, le garantizan la continuidad en el cargo en los últimos 30 años.

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