
Mientras los gestores de renta variable se echaban las manos a la cabeza tras estallar la que sin duda es la noticia del año (la quiebra de Lehman Brothers), los Tio Gilito -aquellos que se revuelcan en los lingotes de oro- del mundo saltaban de alegría. El oro volvía a entrar en las quinielas de los inversores. Y lo hacia, como es habitual, como activo refugio en tiempos de incertidumbre. Algo así como el bibac donde meterte cuando estalla la tormenta.
No obstante, este refugio cada vez empieza a estar más poblado por especuladores, por lo que empiezan a aparecer las primeras fisuras. Esto explica por qué los fondos que invierten en oro pierden en el año incluso más que los productos que invierten en renta variable tradicional. Se dejan de media un 30%. Ante esta situación, no es baladí preguntarse ¿merece la pena invertir en oro? Los gestores lo tienen claro: es mejor invertir en compañías mineras que en el propio metal.
Graham Birch, cogestor del fondo BGF World Gold Fund, considera que sí. No tanto por el potencial alcista que pudiera tener la onza de oro (recordemos que tocó su máximo histórico el 17 de marzo en 1.032, 70 dólares, en la víspera de la venta forzada de Bear Stearns a JP Morgan); sino por el potencial de revalorización que presentan ahora las compañías de extracción minera. "Para los próximos doce meses tenemos muy buenas perspectivas para las empresas de extracción de oro que vayan a incrementar o a iniciar dividendo". También Eric Bramoullé, gestor del fondo SGAM Fund Equities Gold Mines, defiende que es mejor invertir en compañías que en derivados de oro. "Cuando invierten sólo en oro invierten en una única opción, por lo que es mejor diversificar y menos arriesgado invertir en compañías de extracción", afirma este gestor. Su producto se ha revalorizado un 11,23% en la última semana, aunque en el año sigue acumulando pérdidas del 28,3%. Esta cifra le lleva a reconocer que "no está siendo un buen momento, pero está mejorando".
Entre las razones que dan ambos gestores se encuentra el hecho de que la producción seguirá cayendo ante el aumento de costes que supone sacar al mercado compañías de explotación o la debilidad (cada vez más dudosa) del dólar frente al euro. Por último, defienden que el aumento de la población urbana en países como China e India incrementará sobremanera la demanda de este metal y, por tanto, su precio, ante el estancamiento de la oferta.
Una semana de infarto
En tan sólo una semana, histórica, pero una semana al fin y al cabo la onza del metal más precioso del mundo se anotaba revalorizaciones del 20%. En concreto, tras el rescate de AIG, el oro se apuntó una subida de un 9% en el mercado de Nueva York (Nymex), hasta los 850,50 dólares, la mayor subida diaria desde 1980. Esto demuestra que a la hora de refugiarse, los inversores (y especuladores) no cambian de estrategia. El oro es, junto a los bonos, su principal cobijo.
El último susto, hasta ahora, lo dieron el viernes pasado. El anuncio de la Fed y del Tesoro de una macro agencia que absorba la deuda de baja calidad de los bancos dio la vuelta a la tortilla. Los mercados aplaudieron la decisión y algunos como el Ibex 35 hasta registraron las mayores subidas diarias de toda su historia (un 8,7%). Y el oro, tras las impresionantes subidas de días anteriores, volvió a caer hasta un 3%, aunque terminó con pequeñas subidas.
Sea como sea, a la hora de invertir en oro o en fondos que inviertan en este metal hay que tener en cuenta que es uno de los mercados, si no el que más, con mayor volatilidad, ya que es uno de los activos a los que más recurren los gestores y especuladores a la hora de ponerse a corto, por lo que las compras y ventas son una constante. Y no hay que olvidar que esto es al final lo que mueve su precio radicalmente.