Ha sido una orgía creadora de dinero. Los principales bancos mundiales de los países desarrollados han seguido las pautas marcadas por el hasta enero presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, para afrontar la mayor crisis económica desde la Gran Depresión.
Conocido como Helicóptero Bernanke, por el símil con un banquero central lanzando billetes desde un helicóptero, su intención desde un primer momento fue evitar una situación como la que vivió Estados Unidos a finales de los años veinte y durante los treinta: quiebras masivas de bancos, política monetaria poco flexible y una recesión que se prolongó hasta las puertas de la II Guerra Mundial. Seis años y medio después de la quiebra de Lehman Brothers se puede considerar que las políticas adoptadas han conseguido evitar una crisis de crédito (credit crunch) de proporciones incalculables a nivel mundial y una recesión mucho más profunda, aunque esto se ha producido a base de imprimir billetes y, por lo tanto, reducir el valor de los ahorros de los ciudadanos, al tiempo que ha derribado los intereses que renta el dinero, ya sea en forma de depósitos o de títulos de deuda.
El punto de partida de la expansión monetaria lo marcó la quiebra de Lehman Brothers y de la aseguradora AIG en Estados Unidos en septiembre de 2008. Fue en ese momento cuando el balance de la Reserva Federal comenzó a dispararse, y con éste, el del resto de bancos centrales. Desde el estallido de la crisis, la institución estadounidense ha elevado su balance en casi un 380 por ciento, o lo que es lo mismo, ha inyectado al mercado casi 3,4 billones de dólares, hasta los 4,18 billones que tiene actualmente.
El Banco de Inglaterra (BoE) también ha sido muy agresivo a la hora de expandir su balance durante estos años, con un aumento que supera el 370 por ciento, mientras que el Banco de Japón (BoJ) ha tardado más en unirse a las políticas de exanisión cuantitativa adoptadas por las entidades anglosajonas, lo que provoca que todavía esté en plena fase de crecimiento. Desde el año 2007 la hoja de activos de la entidad nipona ha crecido en un 113 por ciento.
De los países desarrollados destaca la prudencia germana del Banco Central Europeo (BCE). La institución monetaria del Viejo Continente sólo realizó dos grandes expansiones de su balance: una para realizar una doble inyección de liquidez a la banca con el programa LTRO (Operaciones de Refinanciación a Largo Plazo, por sus siglas en inglés) entre diciembre de 2011 y enero de 2012; y otra para comprar bonos de los países periféricos entre 2010 y 2012 con el SMP (Programa para los Mercados de Valores). A pesar de todo, el balance de la entidad actualmente respecto al inicio de la crisis se sitúa por debajo del 90 por ciento, lejos de las cifras de las entidades de EEUU o del Reino Unido.
Inundación de billetes
Al margen de los multiplicadores bancarios que contribuyen a modificar la base monetaria, el incremento del balance de los bancos centrales ha producido una gran creación de moneda nueva en origen. El Banco de Japón ha tardado menos de un año en situarse en el primer puesto del ranking de emisión de divisas: desde el año 2007 ha inyectado 7.618 euros por habitante (respetando la apreciación apreciación del tipo de cambio en este periodo hasta hoy). Si se tiene en cuenta que el 83 por ciento de este avance se ha producido en el último año, significa que en apenas 12 meses la entidad nipona ha creado 6.323 euros per habitante del país (incluidos ancianos y niños). Es el resultado de la flecha monetaria del Abenomics con el que el primer ministro nipón, Shinzo Abe, quiere dejar atrás lustros de deflación y recuperar el crecimiento sostenible en el país.
En segundo lugar de impresión de billetes más fuerte llega desde EEUU, ya que la Fed ha elevado su balance en 7.432 euros por habitante desde el estallido de la crisis. Las tres rondas de liquidez que ha lanzado al mercado (Quantitative Easing) han disparado el tamaño de la base monetaria en el país: desde la quiebra de Lehman Brothers la oferta ha aumentado un promedio del 32,5 por ciento cada mes en tasa interanual.
El Banco Central Europeo es quien representa la prudencia de la concepción monetaria de Alemania, con unas actuaciones más próximas a las teorías del neoliberalismo. En este periodo ha creado 3.060 euros por habitante, menos de la mitad que la Fed; o lo que es lo mismo, ha elevado su balance en un 88,74 por ciento. A medio camino se sitúa el Banco de Inglaterra (BoE)
Las Consecuencias
En economía, cada acción tiene su repercusión, y más si se trata de las decisiones de los bancos centrales que afectan al entramado monetario de un país o una región. La política monetaria tan flexible y los tipos de interés oficiales cerca de cero provocan lo que en economía se conoce como represión financiera. Esta situación se caracteriza por unos tipos de interés de remuneración al ahorro inferiores a la inflación, lo que provoca que se pierda capacidad adquisitiva en los distintos productos de renta fija. La elevada cantidad de liquidez en el mercado unida a unos tipos de interés oficiales en niveles próximos a cero provocan que los cupones que ofrecen los títulos de deuda (letras y bonos) paguen rentabilidades inferiores al avance de los precios en la economía real. Esta situación perjudica a medio plazo al ahorrador y genera incentivos al gasto y a la inversión en productos de más riesgo con el objetivo de conseguir retornos superiores al IPC. Los productos tradicionales para el inversor, exentos de riesgos, suponen ahora ofrecer rentabilidades reales negativas, por lo que dejan de ser una opción.
Esta situación es más preocupante en Japón, EEUU o Reino Unido que en la eurozona, debido a la mayor inflación a la que se enfrentan y la menor rentabilidad que ofrecen los títulos de renta fija. En Japón, la política monetaria ultraexpansiva (y que podría seguir acelerando en los próximos meses, ya que cada vez más analistas pronostican una nueva ronda de estímulos del BoJ) tiene como objetivo llevar la inflación del país al objetivo del 2 por ciento de forma consistente. Esta situación provoca que el ahorrador vea deteriorarse la rentabilidad real de sus depósitos, bonos o letras, que incluso puede situarse en negativo, y además deprecia la divisa con fuerza, lo que provoca un desplome del poder adquisitivo de los ahorros respecto al resto del mundo.
pÁNICO A LA GRAN RECESIÓN
La decisión de imprimir billetes después de la quiebra de Lehman Brothers y la nacionalización de AIG se debe principalmente al temor de uno de los eternos candidatos a premio Nobel de Economía y uno de los mayores estudiosos de la Gran Recesión: Ben Bernanke. La rápida actuación de la Fed, liderada desde 2006 por Bernie, permitió a la entidad actuar como prestamista de última instancia del sistema financiero estadounidense y salvar al país de un efecto dominó que podría haber afectado hasta a las entidades más solventes. El resto de bancos centrales de los países desarrollados siguieron sus pasos y consiguieron evitar un gran descalabro de la banca mundial en una actuación que ha sido valorada hasta en los círculos con un perfil más neoliberal. Sin embargo, las dudas llegan a partir de las actuaciones de 2009, una vez que el sistema bancario estadounidense deja de tambalearse, la Fed decide activar otras dos rondas de expansión monetaria (QE2 y QE3). En ese momento el balance de la Fed o del BoE comienzan a dispararse y es cuando llegan las dudas.