
Separatistas prorrusos derribaron un avión ucraniano de transporte militar en el este de Ucrania, matando a los 49 militares que iban a bordo y asestando un golpe a una campaña militar para derrotar a rebeldes y mantener unido al país.
El presidente ucraniano, Petro Poroshenko, prometió una respuesta "adecuada" después de que el avión fue derribado por misiles antiaéreos cuando iba a aterrizar en la ciudad de Lugansk, el centro de una rebelión contra el Gobierno central que comenzó en abril.
"Todos los involucrados en actos inescrupulosos de terrorismo de esta magnitud deben ser castigados", dijo, declarando el domingo como día de duelo por los nueve miembros de la tripulación y 40 paracaidistas que perdieron la vida en el ataque.
El mandatario realizó consultas más tarde a sus jefes de defensa y seguridad, pero no entregó detalles sobre las medidas que tomarían en represalia.
Los escombros chamuscados de la aeronave se expandieron por cientos de metros sobre el campo de trigo donde el avión cayó durante la noche cerca a Novohannivka, una aldea ubicada 20 kilómetros al sudeste de Luhansk.
La sección de la cola del avión sobresalía en el suelo, y piezas del motor, fuselaje y otras partes yacían alrededor.
Un pelotón de fuerzas armadas vestidas con ropa de camuflaje rastrearon los restos en busca de municiones que estaban destinadas a fuerzas del Gobierno en el este de Ucrania.
"Así es como trabajamos. Los fascistas pueden traer tanto refuerzo como quieran pero haremos esto cada vez. Hablaremos con ellos bajo nuestros propios términos", dijo un rebelde de 50 años, que portaba un rifle de asalto en una mano, un ametralladora ligera en la otra y dos cinturones con municiones alrededor del cuello.
La cifra de muertos fue la más alta sufrida en un sólo atentado por parte de fuerzas del Gobierno desde que estalló la crisis en febrero y es probable que genere tensión entre Rusia y el principal aliado de Kiev, Estados Unidos, que acusa a Moscú de proveer armas a los rebeldes.