
El candidato presidencial republicano Mitt Romney arrastró a Dios al centro de la carrera por la Casa Blanca, en un ataque cultural que llevó al equipo del mandatario Barack Obama, que busca la reelección, a calificarlo de extremista y divisivo.
Romney apareció con el tele-evangelista Pat Robertson en el estado clave de Virginia (este) y aprovechó la polémica generada por la remoción de las referencias a Dios en de la plataforma demócrata en convención de la semana pasada.
Luego de rezar la "Pledge of Allegiance" (Plegaria de la Lealtad), Romney dijo a la multitud: "Yo no sacaré a Dios de... nuestra plataforma. Yo no sacaré a Dios de mi corazón. Somos una nación que fue obsequiada por Dios".
Romney señaló que los estadounidenses necesitan un presidente que "se comprometa con la nación bajo un Dios que reconoce que nosotros, el pueblo estadounidense, hemos recibido nuestros derechos no por el gobierno sino por el propio Dios".
El ex gobernador de Massachusetts también pareció decir implícitamente que los demócratas querían remover la frase "In God we trust" ("En Dios confiamos") del dólar.
Los responsables de la campaña de Obama respondieron rápidamente a la retórica de Romney, describiéndola como un "Hail Mary" ("Ave María"), nombre que se da al largo y desesperado pase que se lanza en los momentos finales de un partido de fútbol americano cuando la derrota es inminente.
La portavoz Lis Smith acusó al candiato republicano de lanzar "ataques extremistas y no veraces en contra del presidente y de asociarse con alguna de las voces más estridentes y divisivas del Partido Republicano".
"Esta no es una receta para hacer a Estados Unidos más fuerte, es una receta para la división y para llevarnos hacia atrás", señaló Smith.
Robertson tiene una historia de retórica incendiaria, incluyendo una declaración luego del terremoto en Haití de 2010 sobre que la empobrecida nación, que frecuentemente es asolada por desastres naturales, fue maldecida luego de hacer un trato con el diablo.
La última semana, Obama se vio forzado a ordenar a los demócratas a restaurar la referencia en su plataforma a Estados Unidos como una tierra obsequida por Dios.