La cifra de muertos por el seísmo de la semana pasada en el sureste de Turquía ascendió el domingo a 596, un día después de que las autoridades dejaran de buscar sobrevivientes y se centraran en ayudar a miles de familias que quedaron sin hogar.
En Ercis, la localidad más duramente afectada por el seísmo de magnitud 7,2 que devastó la provincia de Van el 23 de octubre, algunas tiendas reabrieron el domingo, cuando la energía eléctrica volvía a partes de la ciudad y un cajero automático empezaba a funcionar.
Sin embargo, dado que los 100.000 residentes de Ercis no estaban preparados para volver a sus casas destrozadas, la vida está lejos de la normalidad. Una réplica el domingo por la mañana tuvo una magnitud de 5,3.
El invierno boreal se acerca con rapidez, las temperaturas caen abruptamente durante la noche, mientras niños y ancianos están enfermando en los campamentos improvisados en las afueras de la ciudad.
La página web de gestión de desastres del Gobierno dijo que se habían entregado más de 43.000 tiendas en Van.
Las autoridades afirmaron que son más que necesarias, puesto que las personas cuyas casas no están gravemente dañadas están pidiendo tiendas porque se sienten más seguros durmiendo en campamentos al aire libre.