El primer ministro egipcio, Esam Sharaf, dijo hoy en un discurso a la nación que los graves disturbios del domingo entre el ejército y manifestantes cristianos coptos forman parte de un complot contra el país, y apeló a la unidad nacional.
Sharaf hizo esas declaraciones después de que 24 personas muriesen, de ellas al menos 19 civiles, y otras 213 resultasen heridas en los enfrentamientos, según el último recuento oficial de víctimas.
"Egipto ha vivido horas difíciles y complicadas", reconoció Sharaf poco después de visitar la zona de Maspero, en la sede de la radiotelevisión egipcia, donde se celebraba la manifestación de coptos que acabó en un baño de sangre.
Sharaf consideró que la amenaza más grave para la seguridad de Egipto es que se rompa la unidad nacional y nazca la discordia entre cristianos y musulmanes, así como entre el pueblo y el ejército, pero se mostró convencido de que el episodio del domingo no fue una lucha confesional, sino una conspiración.