La Oktoberfest, el tradicional homenaje muniqués a la cerveza y la mayor fiesta popular del mundo, abrió sus puertas en Múnich para recibir a más de seis millones de visitantes a lo largo de 17 días y generar mil millones de euros de facturación para la hostelería de la capital de Baviera.
La "Wiesn", como se apoda la Pradera de Santa Teresa o Theresienwiese donde se celebra la fiesta, estaba ya más que llena horas antes de que el socialdemócrata Ude encajara de dos certeros mazazos el grifo en el barril, al tradicional grito de "Ozapf is", ("está abierto").
Las cifras del año pasado, en que se celebró su segundo centenario, sitúan el cómputo de visitantes en 6,4 millones millones, cifra que se espera superar en los diecisiete días de vida de la fiesta cervecera, en los que asimismo se espera que se consuman cerca de siete millones de litros de cerveza.
Entre 8,70 y 9,20 ($12 a $13 apróximadamente) euros cuesta este años en la "Wiesn" un "Mass", una jarra de un litro, la medida mínima que se sirve de cerveza "Helles" (clara), con una graduación que oscila entre los 5,7 y 6,3 grados de alcohol y que se guarda en barriles de madera de 100 o 50 litros.Folclore alemán
La fiesta nació entonces con motivo del matrimonio entre el Príncipe Luis I de Baviera y Teresa de Sajonia y Hildburghausen en 1810, que culminó con una carrera de caballos.
Tras el éxito de aquella primera celebración, la fiesta popular continuó celebrándose año tras año y fue añadiendo nuevos acontecimientos, como los desfiles de trajes tradicionales, la reunión de propietarios de cervecerías o las atracciones de feria, que buscan la superación año a año.