Unos 250.000 "indignados" tomaron la noche del sábado las calles de las principales ciudades israelíes para quejarse de la carestía de la vivienda y de la vida, en una protesta inspirada en la española y que se ha convertido en la mayor contestación social de la historia del país.
Miki Rosenfeld, portavoz de la Policía, señaló que "no se ha registrado ningún incidente".
El servicio de noticias israelí Ynet elevó a 300.000 el número de manifestantes, lo que dobla el récord histórico que convocó a 150.000 por los mismos motivos el pasado sábado.
"El pueblo pide justicia social", fue el principal grito que se oía entre quienes recorrían las calles de Tel Aviv, una marea en la que había muy pocas banderas, la mayoría del Estado judío, aunque también alguna palestina y de color rojo.
No eran visibles enseñas de partidos políticos, una muestra de que el descontento trasciende las divisiones políticas.
Los manifestantes eran mayoritariamente jóvenes, que avanzaban al ritmo de cacerolazos y pitadas de trompetas.
"Egipto está aquí", leía otro de los carteles, en referencia a las revueltas de febrero que acabaron con la caída del presidente egipcio, Hosni Mubarak.