La muerte de Osama bin Laden, el cerebro de los atentados que destruyeron uno de los símbolos por excelencia de Wall Street, no logró mover hoy hacia el terreno positivo al parqué neoyorquino, a pesar de que la noticia planeó durante toda la jornada sobre la mente de los inversores.
Hace casi una década desde que aquel 11 de septiembre dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas, el icono de la prosperidad económica y el poderío financiero de la mayor potencia mundial, en unos ataques que acabaron con la vida de casi 3.000 personas, entre ellas muchos inversores y corredores de bolsa.
Hoy el parqué neoyorquino recordaba aquél día en el que el distrito financiero más conocido del mundo quedaba golpeado para siempre y, a pesar de que en un primer momento la noticia de la muerte del cerebro de ese atentado había sido recibida con avances, hacia la media sesión los inversores olvidaban la alegría y se decantaban por las ventas.