Que Carlos Tarque es el mejor cantante de rock del país -aunque nacido en Chile- está socialmente aceptado. Pero es que incluso gana con la edad. Ahora, recién entrado en la cuarentena, su garganta y las palmas del público se entienden tan bien que incluso podría salir al escenario él solo y ofrecer conciertos de dos horas sin necesidad de verse arropado por banda alguna.
Pero por suerte para todos sí que hay banda. No los M-Clan originales, pues de lo que era el clan de los murciélagos a principios de los noventa ya sólo quedan dos miembros fundadores -él mismo y el guitarrista Ricardo Ruipérez-, pero sí un grupo de músicos que defiende su sólido repertorio con una solvencia incontestable, y que este miércoles se presentó en la Joy Eslava en la primera de sus dos noches con entradas agotadas.
Estos dos conciertos madrileños forman parte de la exitosa gira de presentación de su notable último álbum, 'Para No Ver el Final', muy bien acogido por sus seguidores, incluso por aquellos que les perdieron la pista tras acercarse peligrosamente al pop radioformulable con el cambio de siglo.