Barcelona ha sido durante los últimos años una de las "mecas" europeas del grafiti, una expresión artística callejera, vandalismo para gran parte de la sociedad, que ha entrado en retirada ante la normativa municipal que ha cosido a multas a los "writers" que han acabado huyendo al extrarradio.
Si Don Quijote visitará hoy Barcelona no tendría dudas en hallar a sus amenazadores gigantes. No sería, evidentemente, el inofensivo molino de El Paralelo, sino alguno de los enormes grafiti que pueblan sus calles.
Ejemplos de estas creaciones de "street art" no faltan: el monstruo amarillo de dos caras que ocupa una fachada entera de un bloque de seis plantas en el 22@, del barrio del Poblenou o el espectacular bulbo gigante, en blanco y negro, que trepa por una casa ocupada en la confluencia de las calles Comte de Urgell y Floridablanca.