El estado de emergencia se prolongó hasta el miércoles en Christchurch, tras el terremoto del sábado en esa ciudad neozelandesa y las réplicas que seguían amenazando a los habitantes y las construcciones ya dañadas.
El violento sismo, de 7 grados de magnitud, el más fuerte registrado en este país en los últimos 80 años, causó enormes daños materiales en la madrugada del sábado en Christchurch, cuyas casas "se bamboleaban como si fueran de gelatina", según testigos, pero no causó ninguna víctima mortal.
A pesar de la magnitud de los destrozos, evaluados en 1.440 millones de dólares USA, sólo dos personas sufrieron heridas graves en esta ciudad de unos 340.000 habitantes.