El Festival Internacional de Benicássim ha vivido esta noche su momento más 'hooligan' con un concierto de The Prodigy directo a los instintos primarios de los 'fibers', alterados por ráfagas de 'beats' interminables y sonidos punk distorsionados hasta el extremo.
Ha sido una regresión colectiva y salvaje a la época dorada de una tendencia musical surgida a mediados de los noventa y auspiciada por este trío de Essex, cuya influencia en aquella etapa fue similar, según se atrevió a decir David Bowie, a la que tuvieron los Beatles en los sesenta.
Tal vez exageró, y puede que su último álbum, 'Invaders Must Die', no sea una obra perdurable, pero su directo, con Liam Howlett de cerebro electrónico y Keith Flint y Maxim como irreverentes agitadores, es demoledor desde su inicio.