Lo mejor para predecir un terremoto es tener un sapo cerca, según se desprende de un estudio según el cual estos batracios huyeron de su lugar de reproducción cinco días antes del devastador seísmo que sacudió la localidad central italiana de L'Aquila en abril de 2009.
Investigadores de la Open University británica que se encontraban haciendo un estudio sobre los sapos comunes (Bufo bufo) en el lago de San Ruffino vieron con sorpresa cómo cinco días antes del seísmo de 5,8 grados de magnitud el 96% de los sapos macho abandonaron la zona, situada a 74 kilómetros del epicentro.
Tres días antes del temblor desaparecieron todas las parejas de sapos y no fueron hallados huevos frescos en ese lugar hasta después de la última réplica importante (de más de 4,5 grados de magnitud).