"A cualquier lugar pero lejos de la ciudad", repite Talulum Saint Fils, mientras aguarda que un autobús cargado de pasajeros la saque junto a su marido y sus cuatro hijos de Puerto Príncipe, donde el sismo del martes destrozó su casa y les convirtió en vagabundos.
Desde hace dos días, miles de damnificados por el terremoto huyen de la capital. Cansados de dormir en la calle, temerosos de que "la tierra vuelva a temblar" o de que les intenten robar lo poco que les queda, numerosas familias decidieron recurrir a parientes que viven en otras provincias menos afectadas por el sismo.
"Las calles huelen a muerto, no tenemos ningún tipo de ayuda y nuestros niños no pueden vivir como animales", afirma esta madre de familia.