Agentes inmobiliarios, economistas, analistas y hasta un gobernador de la Reserva Federal creen que hasta 1,5 millones más de estadounidenses podrían perder sus casas, que otras 100.000 personas en sectores vinculados con el mercado de la vivienda podrían ser despedidas y que alrededor de otras 100 compañías de hipotecas de grado inferior, que le prestan dinero a personas de crédito limitado, podrían sucumbir. Estas serían algunas de las consecuencias de la crisis del sector de la construcción que está viviendo Estados Unidos después de un auge de cinco años que terminó en 2006.