Los disturbios que estallaron el pasado año en Lhasa, la capital de la región de Tibet y que se cobraron la vida de al menos 19 personas -más de 200 según organizaciones protibetanas en el exilio- cumplen hoy su primer aniversario con férreos controles de seguridad en la región, cuyo acceso permanece prácticamente vetado a los medios de comunicación.
Mientras, el Gobierno chino ha instado esta semana a la comunidad internacional a abstenerse de realizar comentarios "inapropiados" sobre el estado de las relaciones entre el Gobierno chino y las autoridades tibetanas en el exilio, encabezadas por el Dalai Lama.
Los disturbios comenzaron el pasado 14 de marzo de 2008, tras días de protestas pacíficas de los monjes budistas. Las protestas, que sucedieron durante los preparativos de los Juegos Olímpicos de Pekín, se convirtieron en los peores episodios de violencia desde 1989.