Firmas

Normalización del 'trumpismo'

  • El resultado de las legislativas muestra una sociedad fracturada
Donald Trump. Foto: Dreamstime

Se cumplieron los pronósticos en EEUU. A partir de enero los demócratas toman el control de la Cámara de Representantes. Los republicanos conservan, aumentan incluso, su mayoría en el Senado.

Se fortalece la fiscalización del Ejecutivo. Algo fundamental con un presidente antisistema que actúa en base a sus impulsos y amedrenta a sus opositores con ataques personales y lenguaje agresivo. El mayor control político sobre el volátil y autoritario Donald Trump se traduce en más capacidad para defender las instituciones.

El resultado muestra una sociedad escindida. Las fracturas sociales, económicas, políticas y culturales son profundas siendo explotadas electoralmente. Trump retiene amplias cuotas de apoyo y gran fuerza en varios estados, sobre todo, de base rural. Los republicanos también disponen del mayor número de gobernadores. Por otro lado, la contienda electoral ha evidenciado dos cosas. La primera es que las mujeres e integrantes de distintas minorías logran avances muy significativos de representación, en particular gracias a los votos demócratas. Segunda, que EEUU atraviesa profundos cambios demográficos, producto de la inmigración. Estas transformaciones favorecerán más a demócratas que republicanos.

Los demócratas están en condiciones de intensificar su investigación sobre Trump y sus colaboradores, mediante citaciones a audiencias, testimonios y solicitudes de exhibición de documentos, antecedentes y pericias. Forzarán al presidente a entregar sus declaraciones de impuestos, que se niega a hacer públicas. Anuncian que respaldarán al fiscal especial Robert S. Mueller, encargado de investigar vínculos entre el Gobierno ruso y personas asociadas a la campaña de Trump en 2016. La mencionada investigación podría concluir en la recomendación de un juicio político. No obstante, la dificultad de conseguir el respaldo de dos tercios de los senadores lo hacen improbable.

Existe, es verdad, un riesgo claro de una oposición destructiva y paralizante. Si eso ocurre, afectará a la buena marcha de la economía y, además, incrementará el desprestigio de los congresistas. Algo que a su vez acabaría beneficiando al gobernante y su partido. Por eso, los demócratas se han manifestado dispuestos a negociar en algunas materias en que las posiciones no son opuestas. Entre otros, es el caso de los financiamientos de programas masivos de infraestructura, las regulaciones del mercado de los medicamentos, la defensa de la privacidad y la intromisión de las grandes empresas tecnológicas.

Ambos partidos deben tratar de rebajar la confrontación y las provocaciones. Tender puentes y optar por buscar acuerdos. Eso dependerá, en esencia, de Trump, quien hasta ahora, se ha centrado en inflamar divisiones y violentar normas. Pero influirá igualmente el tipo de agenda que impulse la oposición.

El partido demócrata ha demostrado su capacidad para neutralizar su desmembración interna. Ha sabido obtener y ofrecer al electorado una mezcla atractiva entre activismo electoral y pragmatismo. Otra cuestión será ver si puede mantener las características de ese mensaje al menos hasta las presidenciales de 2020.

El nuevo equilibrio de fuerzas -gridlock- dificultará algunas de las iniciativas más polémicas del mandatario. La construcción del muro en la frontera con México podría limitarse a algunas áreas y eso solo a cambio de importantes concesiones. La derogación del Obamacare, que los republicanos no lograron ni siquiera controlando todo el Congreso ya no es factible. Se reduce asimismo la posibilidad de implementar la reforma migratoria de Trump, aunque hay margen para la negociación dado el interés de las dos formaciones para encontrar una solución duradera. No se podrá acabar con la "ciudadanía por nacimiento", ya que haría falta una enmienda constitucional y Trump no cuenta con la necesaria mayoría de dos tercios en ambas cámaras. En cuanto al plan de reducir impuestos, los demócratas -que ya lo criticaron aduciendo que beneficiaba a los más ricos- exigirán correcciones.

La economía estadounidense atraviesa un buen momento, con niveles de desempleo en mínimos históricos y un crecimiento de 3,1%. El presidente insiste en que esto es producto del buen hacer durante su mandato. Los demócratas subrayan el carácter cíclico de la economía y la labor desempeñada durante la presidencia de Barack Obama. Sea como fuere, esta situación ayudará a Trump para una reelección en 2020.

Con una Cámara dominada por los demócratas, el presidente tiene por delante dos años complicados. Sin embargo, y pese al avance, la gran victoria demócrata no se produjo. El panorama político permanece incierto. Asistimos a una especie de normalización del trumpismo. Es de temer que siga creciendo el populismo tanto en EEUU como el de sus diversos admiradores e imitadores en el mundo.

comentariosicon-menu0WhatsAppWhatsAppTwitterTwitterLinkedinlinkedinBeloudBeloud
FacebookTwitterlinkedin
arrow-comments