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La penúltima rabieta de Trump

  • EEUU no tiene pruebas para demostrar que Irán haya faltado a sus obligaciones
El presidente estadounidense, Donald Trump. Foto: Getty.

Donald Trump carece de una línea de política exterior coherente. Insólitos berrinches y pataletas son pilares característicos de su acción externa. Si puede afirmarse que existe algo parecido a una estrategia esta se limita a alimentar su ego y miopes cálculos de política doméstica. Y, naturalmente, su obsesión por destruir el legado de su antecesor.

La retirada del pacto nuclear firmado con Irán en 2015 pone en riesgo un convenio que había dado cierta estabilidad a la siempre volátil zona de Oriente Medio. Un tratado que con todos sus déficit servía como antecedente de un programa nuclear civil vigilado por la comunidad internacional. Tal esquema marcaba una gran diferencia con otras agendas atómicas gestadas en el seno de disputas territoriales como en el caso de India, Pakistán e Israel, quienes se encuentran fuera de la legalidad internacional. Es decir, al margen del Tratado de No Proliferación Nuclear. Retirando los incentivos de renunciar al arma nuclear, la única forma que tiene Irán para garantizar su supervivencia y no sufrir un ataque por parte de EEUU, consiste en dotarse de capacidades nucleares militares. O sea, estamos ante un retroceso que significa un retorno a la doctrina de disuasión nuclear, la misma que llevó a Corea del Norte a retirarse del TNP en 2003.

Con ser esto grave, lo peor es que Trump y su entorno neoconservador carecían de pruebas que demostraran que Teherán hubiera faltado a las obligaciones estipuladas. Es más, el propio secretario de Estado, además de los expertos de la ONU, ha-bían dado fe de que la teocracia chií cumplía con sus compromisos. El acuerdo era bien visto hasta por los militares israelíes.

Ni hay pruebas de que gracias al alivio de las sanciones esté utilizando el dinero de las inversiones en el fortalecimiento militar. No responde tampoco a un análisis sereno castigar así a Irán por haber ganado influencia en la región, como en los casos de Siria, Yemen e Irak.

Incluso si se admite que Teherán promueve el terrorismo de grupos como Hezbolá y Hamas, hay que reconocer que estos aspectos no estaban comprendidos en el pacto de 2015. Los líderes europeos pretendieron que Trump renegociara tales puntos sin romper lo ya firmado.

Lo que se percibe con demasiada claridad es la influencia de estados árabes de mayoría suní. Así pesó la cercanía del yerno de Trump, Jared Kushner, con Arabia Saudí. Y su coincidencia de intereses con los sectores duros israelíes que respaldan al primer ministro, Benjamin Netanyahu. Este último ve con preocupación el resultado de la reciente elección en el Líbano, con el avance de Hezbolá.

Las acusaciones del voluble magnate norteamericano recuerdan los garrafales errores del pasado, que terminaron en la intervención de Irak.

El desconcertante giro de Trump tiene efectos negativos sobre la política interna iraní. El acuerdo alcanzado por impulso de Barack Obama, era visto como una victoria de los sectores más moderados y reformadores, en especial de su presidente Hasan Rohani, quien se había impuesto en las elecciones presidenciales de 2013 y 2017, pese a las criticas ultraconservadoras. Uno de sus activos principales había sido el alivio de sanciones económicas. Sin embargo, con este revés y sin certeza de que el acuerdo se sostendrá, es posible que se refuerce la oposición a Rohani, empezando por el líder espiritual Ali Khomeini, crítico implacable de cualquier concesión en el plano nuclear. Si no hay una reacción de China y Rusia, los radicales tendrán desde ya mismo, una baza con miras a las legislativas de 2020 y las presidenciales de 2021. Los avances de dos mandatos de Rohani respecto del acercamiento de Irán con el mundo, quedan en entredicho. Sobre todo es urgente un mayor protagonismo de la Unión Europea para frenar la sistemática alteración que los irresponsables bandazos de Trump ocasionan en los equilibrios vitales del planeta.

Otra consecuencia nefasta es que pueden reducirse las posibilidades de que Irán -al fin y al cabo una potencia regional- lleve a cabo una función constructiva en la derrota definitiva del autoproclamado Estado Islámico. Washington parece desdeñar la importante labor que Teherán ha desarrollado en la lucha contra el terrorismo suní. Pensar en una estabilización a medio/largo plazo en Irak, Siria y Afganistán sin el concurso de Irán es ilusorio.

Cuesta imaginar cómo quiere Trump convencer a Kim Jong-un el mes próximo de que es bueno firmar tratados con una Casa Blanca dispuesta a denunciarlos posteriormente.

El acuerdo no está muerto del todo. Los otros cuatro integrantes del Consejo de Seguridad más Alemania intentarán mantenerlo, ya que conocen los peligros del unilateralismo.

La mayoría pierde y muy pocos ganan con esta costosa rabieta de Trump. El inquilino de la Casa Blanca lleva al mundo a un nuevo salto al vacío.

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Comentarios 3

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BE QUICK OR BE DEAD
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Si otro presidente de USA hubiera conseguido lo que ha hecho Trump con Corea del Norte.

Le hubieran dado el nóvel de la paz, así­ como diez horas al dí­a de especiales de la Sexta.

¿Nadie se da cuenta?

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#1
inuit
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Trump es otro lacayo del sionismo, el cáncer del mundo.

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#2
Ana27
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Progressss!....Otra mas, otra promesa electoral cumplida. A ver si aprendeis, progres. God bless America. God bless Reas. Trump. MAGA

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#3