Firmas

El mercado no tiene quien le escriba

¿Le gusta el chocolate? Si usted es un adicto al "alimento de los dioses" siempre buscará opiniones favorables para su consumo. En cambio, llevado por su adicción, descartará todas aquellas que demuestran que su consumo excesivo es claramente perjudicial para su salud. Este sesgo cognitivo que usted tiene en buscar siempre la confirmación en lugar de la refutación, trasladado a la toma de sus decisiones financieras, tendrá graves y nefastas consecuencias para su patrimonio.

Imagine que, al ser un amante del chocolate, quiere comprar acciones de la empresa que fabrica sus tabletas preferidas. Mira la cotización de las acciones y ve que su precio se ha quintuplicado en los últimos años. ¿Cree que una subida tan vertical le desanimará y pospondrá su compra? Muy al contrario... Lo primero que va a hacer es mirar en la red opiniones alcistas sobre la acción que refuerce su idea inicial de comprar... Y aunque haya pocos analistas que crean que el valor seguirá subiendo... Les hará caso; en detrimento del análisis de otros muchos que consideran que el precio que se está pagando por las acciones es ya desorbitado y no se corresponde, en absoluto, ni con sus beneficios ni con sus ventas; y mucho menos con las expectativas futuras del negocio de la compañía.

¿Sabe que suele pasar en estos casos con su decisión? Lo mismo que cuando deja sus tabletas de chocolate al aire libre en un sofocante y caluroso día de verano... Se derriten y se queda con las ganas de comerlas... O de ganar dinero, en el caso de sus acciones, porque cuando usted compra comienza su inexorable y paulatino declive.

Estudios científicos han demostrado que el cerebro utiliza atajos mentales para reducir la complejidad de la información que recibe y tiende a elegir la opción más fácil o preconcebida sin detenerse a pensar. Un excelente estudio realizado por Fidelity worlwide investment nos enseña que muchos inversores creen que la rentabilidad pasada de una empresa es un indicador fiable sobre cuál va ser su rentabilidad futura e ignoran toda la información que no encaje con esa idea. Además optan por acciones que les resultan más familiares porque creen que les proporcionarán una rentabilidad mayor y consideran que tienen menos riesgo que otras que no les resultan tan conocidas.

Otro análisis realizado por Philip E.Tetlock, doctor en la Universidad de Yale y profesor en la Universidad de Berkeley, nos demuestra que muchos buscan y utilizan excusas para justificar el error en sus predicciones financieras e ideas preconcebidas.

Una de las excusas principales es la del ceteris paribus: ha sucedido algo externo a mi modelo de análisis que ha invalidado mi predicción. Por lo tanto, no es culpa mía el no haber acertado. Otra es la del "casi sucede": aunque reconozco que el resultado que he pronosticado no ha tenido lugar... Casi sucede. Seguro que tengo más suerte la próxima vez. Muy utilizada también es la del "todavía no ha sucedido": la verdad es que no estoy equivocado en mi decisión... Simplemente es que todavía no ha sucedido.

Si usted sólo se guía por las excusas para justificar el fracaso de sus decisiones, le llevará inexorablemente a un bucle de consecuencias nefastas que supondrá su ruina financiera.

Por un lado, no pensará en lo que ha hecho mal para solucionarlo. Tampoco llegará a reconocer sus debilidades en la operativa de su trading. No será realista porque pensará siempre que existen caminos fáciles y rápidos de ganar dinero. Sus decisiones se basarán sólo en la esperanza y en el azar. Nunca advertirá las señales de peligro ni los cambios de tendencia.

Por último, si está pensando en mandarle una postal navideña al "Señor mercado" para ver si le dice si subirá durante el año que viene... Le diré que pierde el tiempo porque no le gusta recibir cartas de una inmensa mayoría de inversores que no entiende ni el lenguaje que habla ni su forma de pensar. Así que ahórrese el sello de la postal y recuerde siempre que en la bolsa, si usted lo único que tiene es un martillo tenderá a tratar todos sus problemas como clavos. Y le aseguro que lo que encontrará ahí fuera requiere también de un destornillador que le permita aflojar sus ideas preconcebidas y cambiarlas por otras más rigurosas; porque si no lo hace... Mejor que se dedique a comer chocolate.

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