Comienza un nuevo curso para todos, un momento clave para poner en marcha nuevos proyectos que nos permitan continuar mejorando y adaptándonos a las necesidades de nuestros profesionales.
Las compañías no somos entes desconectados de nuestro entorno, sino que somos actores fundamentales de nuestra sociedad. Sin la contribución de las grandes, medianas y pequeñas empresas, el tejido social, económico y cultural de nuestro país se vería seriamente mermado. De igual manera, las compañías seríamos entes inertes sin el apoyo que nos prestan los ciudadanos y las instituciones.
Debido a ello, es imprescindible que las empresas sigamos de cerca el pulso de la sociedad y las inquietudes de los trabajadores. Sólo de esta forma, podremos atenderlas adecuadamente, proponiendo las mejores condiciones laborales a nuestro equipo y captando el mejor talento.
Uno de los desafíos a los que nos enfrentamos es contribuir a la conciliación en un país en el que, hasta ahora, pasar más horas de las necesarias en la oficina se entendía como una muestra de compromiso por parte del profesional.
Muchas empresas todavía tienen que crear, acorde a sus necesidades, políticas efectivas en esta materia, una circunstancia que lastra, en muchos casos, tanto su desempeño como su productividad. Por su parte, aquellas que ya impulsamos firmemente la conciliación, debemos seguir avanzando y escuchando a nuestros profesionales. Así lo entendemos en Mahou San Miguel.
Según el informe El impacto de las nuevas formas de trabajo en las estructuras familiares, elaborado por la Fundación Másfamilia, unos dos millones de personas no ejercen su profesión por problemas de conciliación. De ellos, un 20 por ciento son personas con alta cualificación cuyas responsabilidades familiares les impiden incorporarse al mundo laboral.
Más allá del cumplimiento de la legislación vigente, el papel de las compañías es vital a la hora de promover una filosofía empresarial conciliadora. Debemos incentivar de forma decidida la evaluación del desempeño de nuestros profesionales y promover que se trabaje en base a objetivos y no al número de horas que se invierten en el puesto de trabajo. Hoy, compromiso, adaptación o flexibilidad deben ser sinónimos de la gestión de personas.
Para alcanzar este estado, es necesario que estas políticas se vean como una inversión en lugar de cómo un gasto. Una muestra clara de esta tendencia es que los profesionales que concilian adecuadamente su trabajo y su vida personal presentan un menor absentismo y una implicación y productividad mayor que aquellos trabajadores que ven casi imposible armonizar ambas facetas.
Otro factor a tener en cuenta son los límites del término conciliación. Tradicionalmente, este concepto ha estado íntimamente unido al de familia, especialmente la que cuenta con niños pequeños. Es responsabilidad de todos nosotros aumentar las fronteras del término, hasta que consigamos instaurar una "conciliación personal" acorde a las necesidades particulares de cada persona. Todos debemos ser dueños de nuestro tiempo e invertirlo en aquello que nos haga felices. Para lograrlo no debemos únicamente trasladar el mensaje; debemos incorporarlo a nuestra propia cultura y transmitirlo incluso a través de los espacios de trabajo.
De esta manera, las compañías tenemos que alcanzar un equilibrio entre los objetivos estratégicos del negocio sin dejar de lado la cercanía y atención a nuestros profesionales, un planteamiento que no sólo implica al tradicional departamento de Recursos Humanos; debe ser parte esencial del ADN de la compañía. Debemos sustituir los antiguos modelos de gestión jerárquica por otros en los que el profesional sea partícipe, trabaje de forma colaborativa, transversal y sea base para su propio desarrollo, algo en lo que los líderes y los mandos intermedios juegan un papel fundamental a la hora de inspirar y acompañar a sus equipos.
Las ventajas que ofrecen las medidas de flexibilidad y conciliación son, así pues, múltiples y bidireccionales, por lo que la inversión en este campo es fundamental para conseguir que las compañías españolas sigamos recortando el camino que nos separa de nuestras homólogas europeas. Sólo de este modo acabaremos con conceptos caducos sobre el trabajo que realizamos en nuestro país y avanzaremos de forma decidida hacia un aumento efectivo de nuestra productividad.